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Palou es feliz sin la F1

Álex Palou ha tenido que renunciar a sus sueños para poder soñar más alto. Como todo buen piloto, Palou aspiraba a un futuro estelar en el Gran Circo del automovilismo, la Fórmula 1, pero tuvo que explorar otros caminos en busca de una felicidad que ha alcanzado plena en la IndyCar. El pasado domingo, el español se proclamó por tercera vez campeón de esta prestigiosa competición estadounidense, un título que suma a sus éxitos de 2021 y 2023. Después de su primera victoria, la ilusión de la F1 siguió viva. La Indy podría haber sido un buen trampolín. Llegó a figurar como piloto reserva de McLaren, participó en algunos test con la histórica marca. Pero el idilio no fraguó. El flechazo se quedó a medias. Palou descartó ser la tercera opción, y prefirió despedirse del amor de su vida, para volver a amar más fuerte. Álex se ha olvidado de la F1, y la F1 se ha olvidado de él, ­para poder triunfar en un campeonato donde sí se siente el rey.

Con su coronación en 2024, el catalán se ha convertido en el 13º piloto que alcanza tres títulos en la Indy, y en el segundo más joven después de Sam Hornish Jr. Ya es historia de las IndyCar Series, la categoría de carreras de monoplazas más importante de Estados Unidos. Y, a sus 27 años, pretende seguir siéndolo. Entre otras cosas, porque a su trayectoria norteamericana todavía le falta el colofón de las 500 Millas de Indianápolis, que ha tenido cerca, pero sin poder rematar. Está al alcance de su calidad. Llegará. ¿Y si mientras tanto recibe una oferta de la F1? Seguramente, la estudiaría. Pero, como ya ha demostrado, a veces es mejor ser cabeza de ratón que cola de león. Hay otras maneras de ser competitivo, de ser campeón, de ser feliz… Como decían los versos del poeta francés Paul Éluard: “Hay otros mundos, pero están en este. Hay otras vidas, pero están en ti”.

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