Orgullosos de nuestra Selección femenina

Después de un magnífico partido, continuidad de todos los anteriores a salvo del de Japón (el único que se dio mal fue el único que se podía perder, porque ya estábamos clasificadas), la selección femenina se ha metido en la final. Será el domingo a mediodía ante Australia o Inglaterra, lo sabremos mañana. Desde luego, estas chicas van a por el premio mayor y se sienten convencidas de poderlo conseguir, pero lo principal ya está hecho. Ha sido (está siendo), una tarea gigante, controlando los partidos, sobreviviendo a una goleada dolorosa, que podría haber destruido el ánimo, sobreviviendo también a goles adversos tardíos y comprometidos.

Un buen equipo, construido con jugadoras muy diferentes, con características singulares, distinto de varios de los que hemos visto aquí, compuestos por jugadoras tácticas, de aceptable técnica pero menos imaginativas, como construidas en serie para jugar todas muy parecido. Las nuestras son muy diferentes unas de otras y Jorge Vilda las ha sabido mezclar bien, con variantes acorde al compás de las necesidades de cada partido. Un equipo largo de piezas en el que pueden entrar y salir unas y otras sin que la mezcla se resienta. Un equipo pulcro en todo lo que hace, que honra al fútbol y al país que representa. Un equipo que nos está regalando un agosto inolvidable.

Desde el empaque de Alexia hasta el brío de Olga, desde la zancada de galgo de Salma hasta el tacto con el balón de Aitana, desde la firmeza de Irene en defensa hasta la insistente percusión de Jenni Hermoso… No puedo citar a todas, pero ninguna ha estado por debajo del grupo, todas han aportado sus condiciones peculiares al procomún. Había respeto a Suecia, sobre todo por los pelotazos al área (así llegó su gol), pero no miedo. España encaró el partido sin complejos, ni parpadeó cuando encajó en el 87′ el 1-1 inmerecido y fue arriba en busca de ese 2-1 de la brava e insistente Olga. Una gran obra, un empujón al fútbol femenino, al que coloca donde merece.