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Optimismo inédito ante la final de Wembley

El martes estuvieron en El Larguero Del Bosque y Camacho, madridistas pata negra, de largo recorrido. Se conversó, claro, sobre la final. Los dos apuntaron que pese a las apariencias no debe haber confianza, criterio compartido por los contertulios. Pero yo, que también asistía, pensé que es imposible frenar el optimismo. Ante esta final hay una seguridad en la victoria sin precedentes. No sé si calará en la plantilla, si Ancelotti se estará cuidando de espantarla, pero en la calle se respira eso. Mil euros de avión, sin noche, 700 de entrada… Y los que no van porque les falló el sorteo envidian a los que sí han ido, porque nadie concibe el fracaso.

¿A qué tanta seguridad? Primero porque el Madrid es el Madrid y lleva ganadas ocho finales consecutivas. Luego, porque repasas hombre por hombre y no ves en el Borussia ninguno que apetecieras para reforzar el Madrid. ¿Quizá Hummels por Nacho? Es un gran jugador, pero nota los años y ni ha sido convocado para la Eurocopa. En los demás puestos no puede haber discusión. Cierto que el Borussia ha dado impresión de gran seguridad en el último tramo de la Champions, mientras el Madrid ha sufrido ante el Leipzig, el City y el Bayern. No ha sido mejor que ninguno de ellos, pero aún así los ha eliminado. ¡El Madrid gana hasta jugando peor!

Ni siquiera el chasco del Bayer Leverkusen de nuestro querido Xabi Alonso frente al Atalanta, revolcón de un favoritísimo en una final, me hace torcer el gesto. Pienso, al revés, que servirá a la plantilla de aviso. El Borussia jugará sin presión, se dirá. No tiene nada que perder, se dirá. Pero no es cierto. Cada jugador sabe lo que le ha costado llegar ahí y que difícilmente regresará una ocasión así. ¿Tiene presión el Madrid? Está obligado a ganar, pero sabe cómo hacerlo, muchos de sus jugadores han estado en varias finales, y todos han sobrevivido en estos años a trances desesperados. El fútbol es travieso, sí, pero ¿cómo espantar el optimismo?