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Gracias a todas, del dorsal uno al veintitrés, gracias también a las que fueron cortadas a última hora, pero cuyos sudores conducen hasta aquí; gracias a Vilda y a su cuerpo técnico, del primero al último de sus colaboradores. Gracias por habernos hecho desayunar a las cinco de la mañana, buscar por dónde cae Wellington, cambiar horarios, diseccionar rivales, vivir, en suma, un mes de auténtico cine. Cuando el disparo de Olga Carmona llegó a la red inglesa supimos que esta ola es tan grande que no hay quien la pare. El estribillo es fácil: del Iniesta de mi vida al Olga de mi vida. Distintos protagonistas, idéntica emoción.

De nuevo fue una batalla que se ganó en lo táctico. Habrá quien crea que Países Bajos, Suecia o Inglaterra son equipos de andar por casa, nada más lejos de la realidad. La posición de Mariona Caldentey fue una china en el zapato de las ‘lionesses’, los desmarques de Salma Paralluelo un continuo dolor de muelas para Carter o Bright. Sarina Wiegman replicó con la entrada de Kelly y James en el arranque de la segunda parte. Pero ya era tarde. Ni siquiera un penalti movió ese 1-0 que nos pone una estrella en el pecho. Llega desde Sídney; la primera, la de los chicos, también vino de muy lejos, Johannesburgo. Miles de kilómetros para compartir un sueño. Será al pisar España cuando nuestras campeonas se darán cuenta de lo orgullosos que estamos de ellas.