Nuestra misión era ganar a Pelé
Aunque la temporada ya había acabado para nosotros y estábamos eufóricos tras haber ganado en Stuttgart, ante el Stade Reims, nuestra cuarta Copa de Europa consecutiva, el amistoso ante el Santos de Pelé en el Bernabéu nos lo tomamos como si fuese una final de la Copa del Mundo. Para nosotros era un Europa contra América. El mejor equipo del Viejo Continente contra el mejor de Sudamérica. Era una Intercontinental encubierta, dado que hasta el año siguiente no se celebró su primera edición, la que conquistamos nosotros ante mis paisanos del Peñarol.
Pelé levantó una expectación increíble. El Bernabéu estaba a tope. Aunque fuese un homenaje a nuestro compañero Miguel Muñoz, nuestra misión era clara: hay que ganar a Pelé. El chaval solo tenía 18 años, pero era un jugadorazo. Ya había sido campeón del mundo en Suecia un año antes y el objetivo era pararle como fuera. Al principio nos sorprendió y nos metió un golazo, pero luego sabíamos cómo frenarle. Él se aliaba con Coutinho, que era su gran aliado en el campo. Reaccionamos, cortamos esa conexión y ya no metió más goles en toda la noche...
Recuerdo que Di Stéfano y Pelé se hicieron una foto juntos antes del partido. Creo que fue histórica porque no volvieron a medirse más entre ellos. Podrían haber sido compañeros si don Santiago lo hubiese fichado, pero nuestro presidente era muy inteligente y sabía que sacar a Pelé del equipo de su vida con solo 18 años era misión imposible. A cambio, ese verano fichó Bernabéu a Didí, que era un jugador descomunal. Pero tuvo un problema: ese año llovió en España como nunca y los campos estaban siempre con una cuarta de barro. Eso le impidió triunfar. En cualquier caso, puedo decir que esa noche nos enfrentamos al gran Pelé. Y ganó el Madrid, por supuesto.