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Noche fatal en Butarque

Una noche infortunada en Butarque, donde el maleficio continúa, devolvió al Real Zaragoza al camino de la derrota seis jornadas después de la llegada de Fran Escribá. El equipo aragonés se adelantó con un gol de Giuliano, pero el Leganés le acabó dando la vuelta al resultado con dos goles de Juan Muñoz, el segundo a resultas de un penalti gratuito de Francés, que, además, se fue a la calle por una chiquillada. Una noche para olvidar. O quizá para aprender.

Escribá mantuvo el once que goleó al Huesca con el único cambio obligado de Eugeni por el argentino Vada, que se quedó, incluso, fuera de la convocatoria por unas molestias en un aductor. Y el Zaragoza, sin grandes alardes, pero impulsado por su dinámica positiva no tardó en ponerse por delante en el marcador. Fue un gol nacido de un saque de puerta muy largo de Rebollo y que se apuntó Giuliano -quién si no-, tras ganarle la acción al central en el bote y remachar con su enorme fe su primer disparo que había rechazado el portero. Este gol es el sexto en la cuenta particular del ‘Cholito’, cuyo rendimiento ya empieza a ser cosa seria en la categoría. Todo se le ponía, pues, de cara al Zaragoza, pero un cuarto de hora después del 0-1, justo antes de la primera media hora, Bermejo cayó lesionado por lo que apunta a una importante rotura fibrilar en el muslo derecho y el equipo aragonés se desconectó inopinadamente, favoreciendo la reacción del Leganés. El Zaragoza desapareció casi por entero, y no porque Bermejo estuviera brillando como en sus mejores días, y el empate no tardó en llegar, al ganarle Juan Muñoz la acción a Francés en un centro desde la derecha de Cissé.

La segunda parte acabó siendo una completa desgracia para el Zaragoza, que se complicó un partido en el que apenas pasaba nada y en el que los dos equipos parecían conformarse con el empate. A veinte minutos del final, Escribá relevó a Mollejo, muy protestón e ineficaz, y también a un intrascendente Zapater, que llegó tarde a casi todo, y dio entrada a Jaume Grau y a Gueye en un intento por elevar la propuesta y el remate de su equipo, pero, tras una ocasión marrada por Fran Gámez, llegó un penalti innecesario a José Arnáiz de Francés, que, en noche desgraciada, se fue también a la calle por la tarjeta amarilla del penalti y por una segunda amonestación inmediata por pisar repetidamente y delante del juez de línea el punto de penalti. Una acción absurda que dejó al Zaragoza con diez y con el marcador en contra, porque Juan Muñoz -siempre los ex en modo ‘venganza’- no perdonó a Rebollo desde los once metros.

Ya a la desesperada salieron Quinteros, que hizo, por fin, su debut con el Zaragoza y Manu Molina, pero el partido estaba definitivamente perdido.

El Zaragoza cierra la primera vuelta en la decimosexta posición, a cuatro puntos del descenso y a siete del ‘playoff’. Ya lo dejó dicho un Escribá, que no engaña a nadie, antes de viajar a Leganés: “No hay ningún motivo para tener euforia”.