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Noche copera de fútbol bravo

Noche copera, noche de fútbol bravo en un Metropolitano que fue una caldera. No faltó nadie, todos con su bufanda enarbolada. El Athletic mueve en Madrid, siempre movió. Lástima que para visitar al Atlético haya abandonado el uniforme con que lo hacía años atrás, esa camiseta mitad blanco, mitad azul, sus colores fundacionales. Ayer salió vestido exactamente de Sevilla, blanco con ribetes rojos. Se me hizo extraño, me pareció como disfrazado. Pero cuando comenzó el partido se notó pronto que sí, que era el Athletic y que estaba disputando su competición favorita, poniendo los cinco sentidos en cada acción. Un Athletic duro de roer.

Simeone salió con Memphis por Morata y con Griezmann suelto, en esa tarea tan suya de flotar como una mariposa y picar como una abeja. El problema para el Atlético fue que sus carrileros, Nahuel y Lino, no pesaron en toda la primera parte. Y la cosa se complicó más cuando Beñat apareció de improviso en él área y Reinildo le arrolló. Penalti y gol de Berenguer. Se llegó al descanso con la batalla del medio campo pareja y el Cholo obligado a barajar y sacar cartas nuevas. Para eso cuenta con más fondo de plantilla que Valverde y se notaría en la segunda parte, en la que los cambios mejoraron progresivamente al Atleti, lo contrario que al equipo bilbaíno.

La segunda mitad ya fue en una sola dirección, con el campo volcado sobre Agirrezabala, que se mantuvo sereno ante la borrasca, que a ratos arreció. El Atlético se movía con brío, movido por la batuta de Griezmann, apareciendo siempre donde hacía falta. Pero el gol no llegaba y el público se impacientaba desde la incómoda impresión de que el árbitro barría para fuera. Un partido tenso y emocionante, en definitiva, con un final de película por un penalti de quita y pon, señalado correctamente por el árbitro pero volatilizado desde el VAR porque Morata estaba en fuera de juego. Asalto, pues, para los de Bilbao, donde se estará revisando la gabarra, tantos años a la espera.