No tienes corazón
El Madrid ha tenido siete días fantásticos, con dos victorias en la Liga, frente al Rayo en el Bernabéu y al Villarreal en La Cerámica, y el pase a cuartos en la Champions. Ha sido la sexta vez que Madrid y Atlético se han enfrentado en Copa de Europa o Champions, y en todas ellas la victoria ha sido blanca. Estos enfrentamientos, desde el primero en 1959 que necesitó un tercer partido de desempate en campo neutral, el de Lisboa en el que eran campeones de Europa en el minuto 92 o la derrota en Milán en los penaltis han sido dramáticos para los rojiblancos. En nada menos que cinco de esos seis enfrentamientos en 66 años, el entrenador del Atleti ha sido Simeone. Es normal, por tanto, que esté dolido y hable de bronca, rabia e injusticia. Como en una maravillosa canción de Café Quijano, le podría decir al Madrid: “No tienes corazón”.
Fue morboso que en las tandas de penaltis de Milán y en esta última, dos de los tres futbolistas que fallaron hayan jugado en el Madrid: Juanfran y Marcos Llorente. Es curioso que los dos atléticos que no marcaron sus penaltis en el Metropolitano fueran los que han ganado la Champions. Fue muy cruel que cuando parecía que el césped muy mojado perjudicaba al Madrid, con continuos resbalones, terminara propiciando el patinazo de Julián Alvarez al lanzar su penalti (cuentan que después de tantos días sin parar de llover, a algún genio canchero se le ocurrió regarlo).
Simeone repitió tres veces al final del partido que estaba contento y que “posiblemente no le hayamos podido ganar en Champions al Madrid, claro, pero la pasaron mal todas las veces. Seguro que se van a acordar de alguno de nosotros por tiempo…”. Y tiene razón, los madridistas lo han pasado mal durante los partidos, pero ni punto de comparación con lo mal, lo terriblemente mal que lo han pasado los atléticos. En el Madrid una gran parte del éxito se explica con Courtois. Más difícil de explicar es que teniendo Vinicius peor golpeo que Rodrygo, Mbappé, Modric o Bellingham, sea el encargado de tirar los penaltis. Tampoco creo que la razón sea porque Ancelotti le vea con otra virtud que debe tener un lanzador: tranquilidad, frialdad y no alterarse ni descentrarse en los partidos.
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