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Ni fútbol ni eficacia ni nada

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Ni fútbol ni eficacia ni nada. En una noche ciertamente decepcionante, un Real Zaragoza lento, amanerado y reservón, sin la determinación que exige el liderato, cosechó su primera derrota y reveló a las claras que o le han tomado la medida o Fran Escribá lo fía todo a una resolución en el área rival que primero hay que merecerla. Y el Zaragoza, que juega a que no pase nada, no supo nunca cómo meterle mano al Racing. No le hizo ni cosquillas.

Escribá, obsesionado con salvaguardar su alineación, revolucionó al Zaragoza en A Malata, pero la agitación resultó contraproducente. Devolvió a Fran Gámez al lateral derecho, le dio el izquierdo al futbolista del filial Borge, de los pocos que cumplió, y presentó otras cuatro novedades: Francés, Jaume Grau, Bermejo e Iván Azón relevaron, respectivamente, a Mouriño, Marc Aguado, Maikel Mesa, al que había elogiado en la víspera, y Manu Vallejo. Es decir, que cambió a medio equipo, tras el ‘pinchazo’ frente al Racing de Santander en La Romareda, pero el equipo, lejos de mejorar, empeoró aún más.

El Zaragoza nadó y, sobre todo, guardó la ropa en una primera parte de dominio alterno, aunque de mayor iniciativa local y sin apenas ocasiones. El equipo aragonés dio el primer aviso en un cabezazo de Francés, pero con Valera fuera del partido, sin entrar apenas en acción, y con Bermejo en noche de ausencia, le costó llegar al área del Racing. Tampoco pasó por grandes apuros Cristian Álvarez, que le negó un remate a la media vuelta a Carlos Vicente en, quizá, la mejor ocasión de la primera mitad, junto a un ‘rematito’ de Valera dentro del área a las manos del portero. Muy poco. Tanto poco que a Bakis y a Iván Azón no les llegó un solo balón con ventaja.

Tras el descanso, el Zaragoza continuó jugando a no equivocarse, sin exponer, sin dar un paso adelante de verdad, y se acabó topando de frente con la llamada ley del ex. Y así, a la hora de partido, el aragonés Carlos Vicente, un puñal por la banda, centró desde la derecha y Álvaro Giménez, sorprendiendo a los centrales, cabeceó a la red a bocajarro. Y ya el reloj empezó a correr a toda velocidad. Salieron Bakis, primero, Maikel Mesa y Mollejo, después, y más tarde Sergi Enrich y Luna, pero el Zaragoza no mostró la menor capacidad de reacción ni de mejora. Todavía se sostiene en lo más alto de la clasificación, porque el Espanyol también perdió en Tenerife, y no es cuestión de hacer tremendismo ni de activar ninguna alarma, pero sí de alertar de que el equipo sigue sin tener fútbol y ahora ya no le sale todo.

Los equipos siempre son reflejo de sus entrenadores y a Fran Escribá no le va a quedar más remedio que darle una vuelta a su ideario, porque al Zaragoza le cuesta mucho con el balón.