Modric, el maestro humilde
Modric fue un fichaje muy discutido: por el precio, por su poco tirón mediático y por el desconocimiento general que había sobre su juego. Se le vendió como un centrocampista box to box, ese término que se inventaron los británicos para los jugadores que, supuestamente, hacían todo bien tanto en ataque como en defensa, los supuestos todocampistas que cumplían atrás y llegaban al área rival con peligro. Le costó hacerse un hueco en el equipo titular y hubo bastante incertidumbre sobre su valor en el juego, hasta que poco a poco el croata fue mostrando su verdadera capacidad y su auténtico rol, el de maestro. Nadie podía pensar hace doce años que Luka se iba a convertir en un arquitecto histórico del juego del Madrid y en una referencia del estilo, pero fueron pasando los años y su figura se fue haciendo grande.
Su forma de leer los partidos, su sabiduría para elegir el ritmo apropiado, su habilidad para escabullirse entre un bosque de piernas para encontrar el mejor pase al compañero, su solidaridad, su mando y su capacidad de hacer mejor al compañero. En su última etapa le ha tocado asumir que ya no está para llevar el mando permanentemente y que su edad le impide estar al primer nivel, pero ha interiorizado que sus minutos de calidad son importantísimos en el tramo final de los partidos. Luka Modric ya es leyenda.