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Memoria selectiva

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El Mundial toca a su fin y, a la espera de ver quién levanta la Copa, empezamos ya a recopilar esos momentos y sensaciones que nos quedarán en la memoria. ¿Qué recordaré, pues, de Qatar? Para empezar la jugada de Messi en el tercer gol de Argentina contra Croacia, toda una variación del que marcó con el Barça en el 2015, en la final de Copa contra el Athletic Club. Recordaré también la eliminación de Alemania, siempre agradable porque contradice esa frase tan tópica, según la cual el fútbol es un juego de once contra once y al final gana Alemania. Recordaré a Neymar con los ojos cerrados, rezando durante los penaltis contra Croacia: pensé que estaría rezando al mismo Dios que predica su querido ultraderechista Bolsonaro y me alegré de que sus plegarias no fuesen escuchadas.

Sin embargo, también recordaré una vez más qué injusto y primitivo resulta que el destino de un equipo se decida a los penaltis, y siempre nos quedará la duda de qué podrían haber hecho selecciones como Países Bajos, Brasil o incluso España si no hubieran caído en esa encrucijada. Recordaré también ese momento en que Portugal, con Cristiano en el banquillo, le metió seis a Suiza y me pareció una candidata al título… para dentro de cuatro años. Recordaré la alegría que transmiten los jugadores de Marruecos cuando combinan, en especial Amrabat y Ounahi, así como la insolencia de Ziyech y Boufal en las bandas: hoy en el partido de consolación tendrán mis simpatías, aunque también celebraré admirado los últimos toques de Modric con Croacia.

Y luego queda el desenlace de mañana domingo. ¿Qué recordaremos de ese partido? Lo más esperable es el duelo entre Mbappé y Messi, que hará las delicias del dueño del PSG, Al Khelaïfi, nacido a pocos kilómetros del estadio de Doha donde se juega la final. Pero no podemos olvidarnos de Griezmann, imprescindible en Francia, listo y discreto como un espía. ¿Sabrá frenarle De Paul, su némesis y sin embargo compañero en el Atlético de Madrid? ¿Quién de ellos beberá el mejor mate?