Me río yo de las bolas calientes...
Lo del Madrid con la Champions es el más difícil todavía. Si les pareció poco lo del año pasado, colocando en el camino de la tropa de Ancelotti a PSG, Chelsea, City y Liverpool antes de levantar la gloriosa 14, ahora el sorteo de Nyon ha dispuesto un nuevo enfrentamiento con el Chelsea (¡que se ha gastado 300 millones de euros en el mercado invernal!), al que seguiría en caso de clasificarse un doble duelo bestial con el Bayern (mi favorito) o el City de Haaland. En vista de que el Bernabéu fue decisivo la temporada pasada, con esa magia que rodea al Santuario de La Castellana, las bolitas de Altintop han logrado que la vuelta, tanto en cuartos como en semis, sea fuera de casa. ¡Me río yo de las bolas calientes!
Lo del factor campo es más importante de lo que parece. Que se lo digan a Messi, Mbappé, Havertz, Guardiola o De Bruyne. Todos ellos cayeron en el embrujo del Bernabéu en tres partidos para la historia de la Copa de Europa. Pero jugar la ida en casa genera un ambiente menos pasional, más calculador y frío pensando en la vuelta. Eso al Madrid no le va, acostumbrado a la montaña rusa y a las emociones al límite de la realidad en los partidos de todo o nada. Pero en el fondo esto es bueno. Si quieres ganar la XV que sea, de nuevo, tumbando a los mejores equipos de Europa, sin regalitos de calendario. Y una final en Estambul con el Nápoles sería estupenda y un premio para el fútbol. Impossible is nothing (no precisa traducción).