Más Xabi Alonso, menos Ancelotti

Diferencias. Existe la creencia, además afianzada con el peso de la historia, de que en el Madrid triunfan más los Del Bosques, los Zidanes o los Ancelottis que los Mourinhos, los Luxemburgos o los Benítez. Así como en el Barça el papel técnico del técnico es siempre crucial, véanse Cruyff, Guardiola, Luis Enrique o el mismo Flick, en el Madrid funcionaron mejor los entrenadores de club que los de banquillo, aquellos mal llamados gestores, gente que en realidad entiende su rol dentro de un contexto presidencialista en el que las estrellas siempre son otras, nunca ellos. En tal ecuación ha entrado ahora Xabi Alonso. ¿Problema?

Antecedentes. Problema, sí, porque a Xabi le persiguen su fabulosa carrera como futbolista, una ristra de técnicos de renombre bajo los que se formó y unas primeras temporadas espectaculares en la élite haciendo historia con el Leverkusen. Lo querían el Bayern, el Liverpool y hasta el City. Pretendían que fuera el nuevo Tuchel, el nuevo Klopp, el nuevo Guardiola. Palabras mayores. En medio de esa aureola llegó al Madrid y en sus primeros meses se ha hablado más de fútbol que en el último lustro entero: que si presión alta, que si línea de tres o de cuatro, que si salida limpia de balón, que si falta un mediocentro o sobra un extremo.

Derrota. Lo que parecía un metódico plan para revitalizar al Madrid desde lo técnico saltó por los aires en el Metropolitano. A la primera curva, el tren se descarriló. Las críticas, por supuesto, se centran en Xabi y en sus errores, tan patentes como poco propios, pues se alejó de sus ideales hasta el extremo de asemejarse a los de su predecesor, Ancelotti. El verdadero Xabi no hubiera quitado a Mastantuono del once para dar entrada a un renqueante Bellingham. El verdadero Xabi no hubiera cambiado a Güler por preservar los galones del resto. Pero lo hizo y ahí reside el dilema: ser Xabi o ser entrenador del Madrid. En el equilibrio estará su éxito.

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