Marcos Llorente, el futbolista con las piernas de gasolina
Entre las fibras de aquella rojiblanca que se llevó David Broncano, el humorista, en una subasta benéfica aún debe estar ese grito. El que brotó del cuerpo de un Llorente en la pila bautismal como rojiblanco. Era Anfield, la Champions, fue el último partido del mundo tal y como lo conocíamos antes de la COVID-19. Fue la camiseta que instaló a Llorente como una leyenda en el Atlético. La camiseta, además, del grito debía llevar prendido un tremendo olor a gasolina.
Nieto de Ramón Grosso e hijo de Paco Llorente, Marcos es el último representante de una saga que ha vestido la camiseta del Madrid y la del Atleti. Creció en la cantera blanca para enraizar en el primer equipo rojiblanco desde la noche en la que desembaló su moto. No habían sido las cosas fáciles hasta aquel momento. Si llegaba de Zidane sin la confianza ni los minutos, con Simeone tampoco los encontró al llegar. Su presencia, poca, marcada por una roja en verano que llenó de nervios su cuerpo y de dudas al Cholo. Llegó como pivote pero fue como delantero que se descubrió. Si antes de Anfield había jugado 834 minutos, después serían todos.
El chico con las piernas de gasolina encontraría a un inglés como socio en medio de los estadios vacíos para dar gas con el Atleti a lomos, rumbo a su undécima Liga, la segunda del Cholo, en 2021. En su prime, el Correcaminos, una hormiga a su lado. Logró dobles figuras, 13 goles, 12 asistencias, caminaba con el depósito lleno. La temporada siguiente, sin embargo, Trippier se fue, sus goles se secaron, sus piernas ahogadas. En esta 2023-24 ha marcado ya dos goles. Quizá no deje rivales acalambrados atrás cada vez que arranca la moto pero es Llorente y nunca dejará de oler a gasolina. Mañana es uno de esos días concebidos para él. Como aquel de Anfield. 8.100 euros le costó aquella camiseta a Broncano. El valor del 14 es incalculable.