Madrid-Liverpool, duelo ejemplar
Esta eliminatoria empezó con el Liverpool honrando el recuerdo de Amancio con aquella corona de flores colocada por Dalglish ante el sector de los aficionados madridistas y terminó con el “You’ll never walk alone” en el Bernabéu para despedir a los ingleses. Dos actos que honran al fútbol envolvieron una eliminatoria bonita, yo diría que magnífica, desde aquellos dos goles rápidos del Liverpool en Anfield hasta el de Benzema anoche, que venía a cerrar un acumulado de 6-2 para el Madrid. Único gol de un partido trepidante, en general bien llevado por los blancos, aunque con rachas de buen juego visitante. Y dos grandes porteros.
Esta vez no hubo confianzas. Ancelotti no se guardó nada, sacó a su equipo de mayor seguridad y todos jugaron con la actitud del que se siente ante un partido importante, como si esto empezara allí, sin la cuenta de tres goles de ventaja. Todos en magnífica línea de juego, con Benzema en su mejor actuación en lo que va de temporada y Camavinga, que pasó por delante de Tchouameni haciéndose cargo de esa posición delicada de eje del equipo, flanqueado por Modric y Kroos, que estuvieron estupendos. No hubo jugador del Madrid que no actuara cerca de su mejor versión ni que escatimara nada, así que el público disfrutó una gran noche.
Sólo me sobraron los gestos histriónicos de Klopp, que parecía estar en otro partido y el preocupante número final del casi penalti por mano en el área del Liverpool. La víspera le pitaron al Leipzig uno en contra que hirió la sensibilidad de cualquier buen aficionado, y eso que no es raro que se piten penaltis así. Anoche el VAR avisó al árbitro, que fue a la tele y no vio penalti. Correcto, pero a lo que voy es que al de la sala VOR sí le parecía penalti, por eso le invitó a repasarlo. Esto hemos conseguido con tanto toqueteo del reglamento, tanta instrucción de ida y vuelta: que ya nadie tenga claro qué es mano y qué no lo es.