Madrid, la fiesta eterna
Toni Kroos lleva casi una década en Madrid y sabe muy bien de lo que va esto. “Estoy seguro de que en tres semanas nos vemos otra vez aquí”, señaló el centrocampista alemán el domingo durante las celebraciones por el título de Liga, emplazando a la afición blanca a una nueva cita de gloria y de alegría. Hace poco escribí que ser del Real Madrid podía resultar difícil porque había que convivir con los celos de los demás y la repetida puesta en duda de la legitimidad de las victorias. Sin embargo, ser del Madrid es sobre todo vivir en un estado de fiesta eterna. Es estar preparado para recibir continuas noticias positivas y saber que, con el tiempo, lo malo siempre se transforma en lo bueno. La mala suerte del verano con las horribles lesiones de Thibaut Courtois y de Eder Militao en pleno verano, y de David Alaba, este ya en diciembre, se transforma en una primavera de doblete y quizá (o seguramente) de triplete histórico (Supercopa, Liga y Champions).
Las dudas de muchos y las risas malintencionadas de algunos que acompañaron la llegada del simpático Joselu se convierten en admiración por su hazaña en la vuelta de una semifinal de Champions contra el Bayern. La lógica interrogación sobre la capacidad de Andriy Lunin de guardar la portería madridista en decisivas citas es ahora la certeza de tener a gran arquero. En el Madrid, no hay que descartar nunca la felicidad. En el Madrid, hay que apostar siempre por la felicidad.
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