Luis Enrique: ¿y ahora qué?

Nunca he hablado con Luis Enrique. Ni le he entrevistado, ni le he hecho ni una pregunta en una rueda de prensa. No tengo ninguna relación con él, y sin embargo llevo más o menos desde el Mundial de Qatar defendiéndole vehementemente en las tertulias de La Ser. ¿Por qué? Porque me parece que se ha sido tan injusto con él, se le ha valorado tan en función de antipatías personales, de fobias relacionadas con su trasvase de Madrid a Barcelona, que cualquier amante de la meritocracia puramente deportiva no puede no reaccionar ante semejante cacería. Luis Enrique no es hoy uno de los mejores entrenadores del mundo. Lleva años siéndolo. Es un obsesivo del juego que le ha ido dando vueltas de tuerca a sus equipos hasta alcanzar la perfección que se pudo ver en la final de Múnich.

Se dijo que ganó con el Barça porque tenía a Messi, a Neymar y a Suárez. La historia está llena de equipos con grandes figuras que naufragaron. Supongo que ahora se dirá que ha ganado porque entrena a un equipo con presupuesto ilimitado. Es verdad: lo tiene. Pero también es verdad que nadie, cuando empezó la temporada, creía que esta plantilla del PSG era la mejor de Europa. Se pensó que con la marcha de Mbappé se acababa para siempre el sueño de Qatar. Nadie niega que en ese vestuario hay jugadores muy caros. Pero en cualquier encuesta que se hubiese hecho en verano preguntando por los mejores futbolistas del mundo habrían salido Kylian, Vinicius, Bellingham, Lamine Yamal, Pedri, Rodri, Haaland, Salah, Kane, Musiala, Wirtz… Ninguno de este París.

Y cómo ha ganado. Y cómo ha jugado. Qué mecanismos en la salida de balón. Qué intercambio de posiciones. Qué hambre. Qué fluidez. Qué automatismos. Qué variantes. Qué importancia de lo colectivo por encima de lo individual.

Pero hablando de lo individual. ¿Vitinha Balón de Oro? Perdóname Lamine, ya lo ganarás en el futuro, y creo que muchas veces. Perdóname Pedri, has sido el otro gran centrocampista del año. Pero a esta hora, quizá en caliente aún por lo que acabo de ver, digo que sí. Que Vitinha Balón de Oro.

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