Opinión

Luces y sombras del Mundial de Clubes

El próximo diseño no puede correr estos riesgos. Habrá que retrasar el cierre de la participación para evitarlo.

AMDEP8254. NUEVA JERSEY (ESTADOS UNIDOS), 14/07/2025.- Reece James (c) de Chelsea levanta el trofeo de campeón del Mundial de Clubes junto al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, este domingo, tras vencer a París Saint-Germain (PSG) en el estadio MetLife en Nueva Jersey (Estados Unidos). La edición inaugural del Mundial de Clubes concluyó con el triunfo del Chelsea en la final, con el presidente estadounidense Donald Trump entregándole el trofeo tras un mes de competición y una lluvia de millones repartidos en premios: así fue el aperitivo del Mundial de selecciones de 2026. EFE/ Ángel Colmenares
Ángel Colmenares
Alfredo Relaño
Actualizado a

La FIFA se siente feliz en líneas generales con el desarrollo del Mundial de Clubes, pero estudia cosas que corregir. Una de ellas es la participación, en la que al fijarse tanto en los méritos de los cuatro años anteriores desestimaron los del último, con una consecuencia inesperada e indeseada. Ni el campeón de la Premier, el Liverpool, ni el de LaLiga, el Barça, ni el de la Serie A, el Nápoles, estuvieron. Y hubiera podido ser peor: dos de los semifinalistas de la Champions, Arsenal y Barça, no estuvieron. El próximo diseño no puede correr estos riesgos. Habrá que retrasar el cierre de la participación para evitarlo.

Otro problema, inevitable, es el salto entre unos continentes y otros. Un 10-0, como se llevó el representante neozelandés ante el Bayern, desluce. Es un tema difícil, porque todas las confederaciones deben estar representadas, aunque sea mínimamente. La idea, un poco grosera, es hacer una criba previa, con una fase en la que los de menos rango peleen entre sí para que quede la mitad. Por esa línea se venía haciendo el Mundialito, precedente de este, en cuyas últimas ediciones el campeón Conmebol entraba en las semifinales, y el de la UEFA, en la final. No queda elegante, desluce el campeonato esa segregación entre clasificados.

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Pero la gran intriga es la financiación. La FIFA ha blasonado mucho de los grandes premios repartidos (el Madrid, sólo semifinalista, ha quintuplicado los ingresos que hubiera tenido en una pretemporada clásica) pero ese dinero no lo ha puesto el mercado. Los mil millones de dólares que han permitido este campeonato, televisado gratis a todo el mundo, los ha puesto Arabia Saudí a cambio de que le concedieran el Mundial de Naciones, el de verdad, de 2034. Otro regalo así no será fácil encontrarlo. El precio de los derechos de televisión en un mercado real está por evaluar, pero difícilmente se va a acercar a lo que dio Arabia.

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