Los Williams meten al Athletic en la final
Gran noche copera en San Mamés, aunque ensuciada por un cochambroso prólogo. De nuevo ‘borrokos’ del Athletic, que acuden como moscas a la miel en las grandes noches para provocar disturbios, sea ante equipos extranjeros en partidos europeos, y antecedentes hay varios, sea ante su pariente madrileño, el Atlético, alguno de cuyos aficionados fue hospitalizado. No les bastó con eso: la recepción festiva del autobús del Athletic, ese bello espectáculo de devoción y humos de colores, degeneró en un asalto contra la Ertzaintza. El Athletic tiene un problema con esa nutrida peña de bronquistas a los que deberá identificar y depurar.
Por suerte, lo que vino depués redimió el bochorno inicial. Un gran partido en el que el Atlético salió, de verdad, a agobiar al Athletic y enjugar cuanto antes el gol del Metropolitano. Aisló a Prados, la brújula, y a Sancet, el arquitecto, y con el Athletic desarmado merodeó el área local, donde los centrales Vivian y Paredes, que no son tan tenidos en cuenta como merecen, sostuvieron bien el chaparrón. De repente, una salida del Athletic encuentra a Sancet, que lanza a Nico Williams, este gana a Molina, centra pasado y su hermano Iñaki empalma una volea colosal. La calculada pizarra de Simeone se desmoronó ante la primera arremetida de los Williams.
Luego habría dos más antes del descanso, estas con Iñaki en el desborde y el pase y Nico en el remate; la primera se escapó por poco, la segunda fue gol. Con 2-0, 3-0 en el agregado, todo estaba resuelto en el descanso. Los Williams fueron mucho mejores que sus pares, Molina y Hermoso, y cuando el Cholo trató de corregir eso el roto ya no tenía remedio. Aún caería un tercer gol, de Guruzeta, que nos hizo meditar de nuevo sobre lo fácilmente que encaja goles el Atlético de estos días. Luego, sí, luchó con amor propio, por el gol de la honrilla, pero ahí seguían los centrales y en última instancia Agirrezabala, un porterazo. El Athletic va a Sevilla por la puerta grande.