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Lorenzo Brown tiene un buen marrón

Lorenzo Brown tiene un buen marrón. Disculpen el chiste fácil, pero esa es mi sensación tras charlar con mucha gente del deporte durante los dos primeros amistosos de España. A un lado del ring están los críticos con su nacionalización, vigilantes de que el base haga números discretos para lanzar su golpe definitivo: “Encima hemos traído una medianía”. Y enfrente figuran los defensores, también pendientes de que Lorenzo triunfe para justificar la operación: “¿Veis como es un buen jugador?”. Algo que nadie ha cuestionado, por cierto, sino más bien la filosofía de su nacionalización, que confirma una brusca interrupción de la transición de los jóvenes hacia la primera línea, un fracaso del propio baloncesto español, que ha tenido que salir al mercado a buscar lo que no tiene en casa, para encontrarlo en alguien sin vinculación con su nueva bandera, como también han hecho otras selecciones y tanto se criticó entonces desde aquí. De nada de eso tiene culpa Brown, que ha venido a este país a sumar. Y haga lo que haga, se halla en el centro de una disputa que ha perdido el sentido.

La preparación del Eurobasket ha comenzado esta semana, con dos rendimientos colectivos muy dispares frente a Grecia. El estadounidense hizo su debut al timón, con una mejor actuación en el segundo partido que en el primero, igual que el resto del grupo. Brown no es un líder, ni un gran anotador, sino un buen complemento para el equipo en un puesto que ahora cojea por las ausencias. Ya es oficialmente español. Por carta de naturaleza, y porque suda la camiseta como uno más. No hay marcha atrás. Desde ese momento hay que verle con esos ojos. Y siempre, siempre, con el deseo de que la Selección llegue lo más lejos posible. Durante el campeonato hay que remar en la misma dirección. Los que apoyan su nacionalización y los que hemos sido más críticos. Por un fin superior.