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Lo de Mateu Lahoz es insufrible

Este hombre no empezó mal. Apareció en el fútbol español en un periodo de arbitraje demasiado puntilloso y su manera de dejar jugar, un poco a la inglesa, le hizo diferente y tuvo sus partidarios. Se pasaba un poco por el extremo contrario, pero casi se agradecía. Hablaba con los jugadores, no se limitaba a ametrallarles a tarjetazos. Quizá todo empezó a estropearse cuando Mourinho le alabó. A partir de ahí se fue viniendo arriba como pedo de buzo, empeñado en diferenciarse cada vez más del resto y, a la par, del Reglamento. Por velocidad adquirida aún hay quien le elogia. Por ejemplo, Xavi antes del derbi catalán. En el pecado llevó el castigo.

Porque lo de Mateu Lahoz se ha convertido directamente en insufrible. Conozco quien apaga la tele si arbitra él, da igual que sea un partido del Madrid que un Argentina-Holanda o un Barça-Espanyol. Definitivamente infatuado desde que Collina (otro que en el pecado llevó la penitencia), le llevó a un segundo Mundial contra el criterio de Medina Cantalejo, está fuera de control. En sus dos últimos partidos ha juntado 36 tarjetas, una de ellas retráctil, ha perdido cantidad de tiempo en lucir su pregonado espíritu dialogante, ha llevado su ridícula petulancia hasta darle un beso a Xavi y ha puesto de mal humor a todos los jugadores y espectadores.

Lo del espíritu dialogante es una impostura. Salta del colegueo tontorrón al ordeno y mando y usted no sabe con quién está hablando, como bien comprobó Canales en el caso más extremo. Llegada la edad fronteriza de los 45 años, seguramente ya no lo tendríamos que sufrir de no ser porque Collina tuvo el extravagante capricho de llevarle al Mundial. Ahora tendremos que tragarle hasta agosto y quién sabe si más allá. Y lo peor es que le van saliendo émulos. Munuera se hartó de hacer ‘el Mateu’ en el partido de Valladolid la noche del viernes. No le podemos culpar: si para ir al Mundial conviene hacer el majadero, pues adelante con los faroles.