Las Vegas, sede y símbolo del Barça
Diversión. Está apasionante la gira estadounidense del Barça y todavía tiene que pasar por el Deep Ellum de Dallas y la jungla de asfalto neoyorquina. Los horarios también ayudan. Uno se acuesta pensando que, después del último café de un directivo con un periodista en un hotel de Las Vegas, Koundé está perdido; y, cuando se levanta, se entera de que el francés puede terminar de azulgrana y que hasta De Jong igual acepta bajarse el sueldo si no lo pierde todo en fichas de casino. A Laporta, que esta semana ha anunciado la activación de la segunda palanca económica (ya ha hipotecado 1.000 millones de euros hasta 2047) y está dispuesto a poner en marcha la tercera (el 49% de Barça Studios) no se le puede negar audacia. Tal vez, con un punto de instinto suicida, pero qué esperar de alguien que disfruta viéndose en una lona delante del Bernabéu o del Bellagio. Lo cierto es que Laporta transmite. Desde lejos, en el Bayern nadie ha parecido entenderlo. Nagelsmann ha dicho que lo de los fichajes azulgrana le parece “un poco loco”, pero a Lewandowski nadie le ha puesto una pistola en el pecho para vestirse de Spotify-Barça. Y esa capacidad de seducción que tiene el Barça ha sido, históricamente, irresistible desde Cruyff; y ha avanzado en la línea del tiempo por Schuster, Maradona, Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho y Neymar, hasta hoy. Un día, el Barça llegó incluso a fabricar en Messi al The Best. Ahora, lo ha vuelto a comprar con esa magia singular que le rodea en una situación que, vista con frialdad, es crudísima pero que envuelve en una especie de parque de atracciones atrapante.
Diversión. Atreverse cuando todo parece perdido tiene un punto romántico que, de momento, está salvando el verano. El fútbol está mirando al Barça. Su caso se aproxima, exactamente, a eso que Víctor Font calificó como “un tren a 200 kilómetros por hora que va directo hacia una pared”. Pero, ¿y si saliese bien? Hace dos meses, tener a Lewandowski guiñando el ojo a las cámaras del club saludando con un “hola, culers” resultaba un escenario insospechado. A Laporta y Mateu Alemany, que sufre en silencio los impulsos y ocurrencias de su presidente, pero que también está teniendo carta blanca para ofrecer lo que nunca creía, les queda trabajo. Tienen que inscribir a Kessie, Christensen, Torre, Gavi, Dembélé, Lewandowski, Raphinha y ¿Koundé? bajo la estricta mirada de Tebas. Las Vegas es estos días sede y símbolo del Barça. Todos creen que está jugando a la ruleta. Pero es que el fútbol a veces es exactamente eso.