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Las mejoras del nuevo formato

El nuevo formato de la Champions ha generado críticas tanto de los partidarios de la Superliga como de sus detractores. A mí, sin embargo, me despierta una gran curiosidad y considero que corrige algunos defectos del anterior, que estaba lejos de ser perfecto. Ocurría con demasiada frecuencia que muchos grupos quedaban sentenciados tras la cuarta jornada, convirtiendo en trámites intrascendentes las dos últimas fechas. Ahora, este grupo único promete emociones fuertes hasta el final: por supuesto, en las fronteras entre el octavo y el noveno y entre el vigésimocuarto y el vigésimoquinto, pero también para determinar todas las posiciones finales, ya que éstas serán claves para determinar el cuadro. Para que nos entendamos: el primero tendrá, a priori, cruces más asequibles que el sexto.

La otra gran corrección de este formato se encuentra en la igualdad de oportunidades. Antes, partir del último bombo casi te condenaba a la eliminación: tenías que enfrentarte a tres rivales superiores. Ahora ya no es así: a todos los equipos, independientemente de su coeficiente, les tocará medirse a dos adversarios de cada bombo. El Real Madrid y el Sturm Graz, antes del sorteo, son tratados por igual. Luego, lógicamente, interviene la suerte: no es lo mismo enfrentarte al Manchester City que al Leipzig. Pero esto ya ocurría antes: el azar jugaba un papel muy importante a la hora de configurar los grupos y sus grados de dificultad.

Cuentan que la UEFA ha hecho simulaciones en las que ha comprobado que se podría pasar a la ronda de play-off con ocho puntos. Esto significa que cualquier equipo del cuarto bombo, como el Girona, puede soñar con progresar: podría bastar con ganar a los dos rivales más débiles y sacar dos empates contra los dos siguientes en un ranking de dificultad. Va a estar entretenido.

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