Las dos caras del tenis femenino
Hoy se celebran las semifinales de la Copa Billie Jean King, la antigua Copa Federación, la Davis femenina. España no ha alcanzado esta fase, aunque metió un pie y medio dentro. Incluso más. El equipo tuvo una actuación memorable el miércoles ante Kazajistán, con victorias de mérito de Nuria Párrizas ante Yuliya Putintseva y de Paula Badosa ante Yelena Rybakina. El triunfo posterior en el dobles, con una comprometida Badosa al lado de Aliona Bolsova, colocó un 3-0 en el marcador que dejaba la clasificación a punto de caramelo. Paula nunca había jugado con la Selección. Y su liderazgo cubría un hueco que necesitaba este grupo. De paso, Badosa enmendaba las malas sensaciones con las que terminó la temporada WTA. España sólo tenía que ganar un partido al día siguiente ante Gran Bretaña, que competía con jugadoras con peor ranking y menor experiencia... Pero ni siquiera fue capaz de anotarse un set.
La heroica victoria del día anterior se transformó en una pesadilla. Mientras que las británicas salieron con un extra de motivación por jugar en casa, en Glasgow, y con 48 horas de descanso; las españolas estaban rotas, desdibujadas tras el esfuerzo previo. Fue una debacle total. El eterno naufragio de la Armada Invencible. El contraste entre ambas jornadas, de juego y de espíritu, recordó a las dos caras que muestra últimamente el tenis femenino español, capaz de lo mejor y de lo peor. Garbiñe Muguruza y Badosa, dos talentosas tenistas de proyección mundial, encabezan esa irregular andadura. Con ambas en forma, complementadas con Sara Sorribes y Párrizas, la reconquista del título en las BJK Cup, que no se gana desde 1998, desde los tiempos de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez, está al alcance. España tiene equipo para reverdecer aquellos laureles. Pero deben alinearse los astros para recuperar su mejor versión. La tienen.