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Las 24 horas más frenéticas del fútbol

Hoy es un mal día para trabajar en un club de fútbol. O en LaLiga, esa especie de panóptico desde el que se controlan las cuentas de todos. También es un mal día para ser periodista deportivo, y cuidado que son divertidos todos los demás. Hoy es el último día del mercado, el día en que todo lo procrastinado durante semanas se acelera de pronto en una cadena de contrataciones ligadas unas con otras. Los entrenadores lo viven con los dedos cruzados, algunos como Xavi, deseando que caiga algún refuerzo pendiente; otros, como el Cholo, al revés, temiendo que les arrebaten a última hora alguna pieza importante por la cosa del control financiero.

¿Por qué tan tarde, por qué hay que dejarlo para el último día? ¿Por qué se hace esto con los campeonatos nacionales ya en marcha, por qué no un mes antes y así empezarlos con las plantillas hechas? A lo segundo la respuesta es que la UEFA fija esta fecha porque en agosto hay partidos de clasificación para las copas europeas y el presupuesto de muchos clubes es muy distinto según que alcancen o no tal o cual competición. Y a lo primero, la respuesta es que todo el mundo espera que la necesidad del vendedor o del comprador le haga aflojar en sus pretensiones. Y también a que los jugadores deseosos de cambio accedan a moderar su salario.

Un día de actividad frenética, con operaciones enganchadas como cerezas en un cesto internacional de ofertas y contraofertas. En horas hay que rematar operaciones que llevan semanas gestándose o de repente improvisar para cerrar un agujero que se abre. Multitud de nombres sobre la mesa, desde Cristiano, que aún busca destino Champions, hasta los menos relevantes, pasando por Aubameyang, cuya desgraciada peripecia complica su operación, o los melancólicos Asensio y Raúl de Tomás, en busca de un espacio para lucir en los tres meses inminentes con la esperanza de que Luis Enrique les lleve a Qatar. Un frenesí divertido… para vivirlo desde fuera.