Lamine y los desmayos
Sigo dándole vueltas a esas fotografías de Lamine Yamal vestido como un gánster con bastón, el outfit elegido para su fiesta que tanto ha dado que hablar...

Sigo dándole vueltas a esas fotografías de Lamine Yamal vestido como un gánster con bastón, el outfit elegido para su fiesta que tanto ha dado que hablar entre los que no tienen gran cosa que decir. Si en lugar de futbolista fuese una estrella del rock, o del trap, nadie diría nada. Y si en lugar de futbolista del Barça lo fuese del Madrid, mañana mismo habría colas en las tiendas de moda para vestir como él a los chiquillos que vayan a recibir, próximamente, su Primera Comunión.
Le pasa a Yamal que tiene 18 años recién cumplidos, talento para dejar prestado, dinero por castigo y el temple necesario para comportarse como lo que es: un chico de 18 años. Su gran crimen parece ser cierta falta de discreción que recuerda, salvando algunas distancias, a aquello de las mujeres, las minifaldas y los toros. A no pedir perdón por vivir su vida como le dé la gana y mostrar escaso interés por liderar las clasificaciones de la falsa humildad, esas que tanto parecen gustar a los líderes de la recta moral: menos mal que ya no vive Lola Flores, el gran icono de la fiesta loca mucho antes de que los padres de Lamine Yamal nacieran.
Echando la vista atrás y recordando aquella campaña de acoso racista que él y Nico Williams sufrieron durante la Eurocopa, uno intuye que lo que de verdad ocurre con Lamine es que no lo soportan. Les molesta su sonrisa llena de brackets, su pelo oxigenado, su zancada de gacela y ese je ne sais quoi que lo convierte en un extraterrestre sobre el verde, también su manera de mirar al mundo sin bajar la cabeza. Y les molesta que su origen no incluya siete apellidos castellanos, o catalanes, o gallegos; eso conviene recordarlo cada cierto tiempo para no hacerse demasiadas trampas al solitario.
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Jugar en el Barça tampoco ayuda. Este sigue siendo un país donde vestir de azulgrana pesa más que vestir la roja y ni su condición de estrella nacional lo salvará de la ira del nacionalmadridismo. Por suerte, nada de esto parece preocuparle en exceso: Lamine Yamal no ha venido al mundo para pedir perdón, sino para quedarse, de ahí, sospecho, tanto desmayo.
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