Opinión

La Vuelta tiene que continuar

Se trata de conjugar las libres protestas contra el genocidio de Gaza, con el derecho de la competición de seguir su camino sin actos ilegales que impidan su desarrollo y amenacen la seguridad del ciclista.

Un ciclista del UAE avanza por delante de manifestantes contra el genocidio de Gaza y de agentes de seguridad del Estado.
Adrián Irago
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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La Vuelta a España pasa por la situación más delicada de su reciente historia. Ni siquiera la pandemia produjo tanta incertidumbre sobre el futuro de la competición. Entonces bastó con aplicar estrictamente las medidas protectoras. Ahora las protestas están fuera de control. La solución más eficaz, como escribimos tras los sucesos de Bilbao en esta misma columna, era la renuncia o la exclusión del equipo Israel de la carrera, que es el origen de las manifestaciones. Pero esa vía no prosperó. La Vuelta no puede hacer nada al respecto, porque la escuadra hebrea está clasificada oficialmente. El Israel decidió continuar, alentado por su patrocinador, con el mismísimo Benjamín Netanyahu a la cabeza. Sólo la Unión Ciclista Internacional podía haber decantado la balanza para salvaguardar la seguridad de una de las principales carreras de su calendario. Pero no lo hizo. Y así seguimos.

Las federaciones deportivas internacionales, y eso incluye a la UCI, tienen gran parte de responsabilidad de lo que ocurre hoy en España, por el doble rasero con el que han medido la invasión de Ucrania y el genocidio de Gaza. Mientras que Rusia fue excluida de todas las competiciones, Israel permanece en todos los deportes. De aquellos barros vienen estos lodos.

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La Vuelta recortó este martes por segunda vez el final de la etapa. Y hay una enorme preocupación por el efecto contagio en las cinco jornadas que faltan hasta concluir en Madrid. Su director general, Javier Guillén, reclamó después la colaboración de las instituciones y de la ciudadanía. Se trata de conjugar las libres protestas contra la cruel matanza de Palestina, con el derecho de la competición de seguir su camino sin actos ilegales que impidan su desarrollo y que, para colmo, amenacen la integridad del ciclista. La Vuelta no puede expulsar al Israel, ni puede parar el genocidio de Gaza. Hay que buscar un punto de convivencia.

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