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La Vuelta de Roglic y O’Connor

Con la perspectiva del día después, hay que reconocer que La Vuelta 2024 ha sido una gran Vuelta. Una de las razones, quizá, esté en algo que en el origen podíamos ver como una carencia: la ausencia de Tadej Pogacar. Si el campeón del Giro y el Tour hubiera intentado el triplete, nos habría aportado un gran titular en la previa y otro el último día, la hazaña del primer ciclista que encadena las tres grandes el mismo año. Pero, entre medias, ¿qué? Otro paseo militar de Pogacar era un guion que ya habíamos presenciado por duplicado. Nada nuevo. Una cosa distinta hubiera sido la presencia de Jonas Vingegaard o Remco Evenepoel, aparentemente más vulnerables, aunque en el caso del danés lo digo con la boca pequeña. Tampoco han sido necesarios para dotar a la ronda española de una narrativa emocionante durante las tres semanas.

La siguiente clave no tiene nombre de supercampeón, sino de ciclista de clase media-alta: Ben O’Connor. Su exhibición en Yunquera volteó el hilo argumental de la carrera, que apuntaba a un goteo de tiempo constante de Primoz Roglic al frente de la general. Realmente fue así, pero desde el prisma de la remontada, que tiene más gracia. Roglic recortó, mordisco a mordisco, una desventaja de 5:15 minutos hasta coronarse en Madrid. Al final le sobraron 2:36, una renta que ahora parece cómoda, aunque en algunas fases estuvo rodeada de enigma, porque este Roglic también ha mostrado lagunas. La etapa de Granada fue el mejor ejemplo. Primoz ha tenido que correr al ataque, pero también con la calculadora. Ha sido el más fuerte, pero también el mejor gestor. En paralelo, Enric Mas ofreció signos de estar a su altura, o incluso por encima, lo que añadió otra dosis de incertidumbre a la competición. La cuarta Vuelta de Roglic, récord de títulos, aporta igualmente un gran titular final. Hay que darle las gracias por ello. También a O’Connor. Y a Pogacar.

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