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La vergüenza torera de Evenepoel

El alarde del Jumbo en esta segunda mitad de La Vuelta, magnífica traca de alta montaña, ha venido salpicado por la insistencia en las escapadas de Remco Evenepoel, que llegó como uno de los favoritos y se va a marchar de ella como un derrotado con gloria. Compareció con rostro antipático, poniendo mucho énfasis en las protestas por las desgracias que sufrió la organización en los primeros días, cuando entre lluvia, independentistas y una jefa de prensa imprudente de la policía andorrana aquello parecía gafado. En Andorra precisamente ganó Evenepoel la primera de sus tres etapas, justo antes de topar con la despistada, en parte por sobrado.

El segundo viernes de la carrera, en la etapa que terminó en el Tourmalet, el genio belga se descolgó inesperadamente en el Aubisque, perdió 27 minutos y dijo adiós al premio mayor. Pero el día siguiente mostró su raza de campeón al cabalgar toda la etapa destacado, primero en compañía de otros y luego solo, hasta coronar en cabeza Belagua. Esta semana le hemos visto de nuevo escapado casi cada día, chutando fuera en Lekunberri, donde cogió la fuga pero fue cuarto, y en el Angliru, donde entre el Bahrain y el Jumbo le redujeron. No conforme, ayer volvió al ataque y ganó su tercera etapa, de nuevo un tormento entre montañas feroces.

Por supuesto, en sus aventuras le ha favorecido su distancia en la general, que ha hecho que los gallos de la carrera no se sintieran inquietos, pero eso no empequeñece su obsesión por cumplir con su papel de figura contratada. En lugar de refugiarse en la desgracia de un mal día y dejarse ir, ha corrido al ataque sin más tregua que la que se autorrecetó el martes, ha animado el resto de etapas, ha lucido su maillot de lunares y se va a ir de La Vuelta con un mal puesto en la general pero ganador de la Montaña y de, por ahora, tres etapas. Y a muchos nos ha recordado al glorioso José Manuel Fuente, ‘El Tarangu’, que alternaba derrumbes con alardes incomparables.