La vela apagada de Djokovic
Jannik Sinner ha igualado el cara a cara con Novak Djokovic, 4-4, después de superarle en la final del Masters 1.000 de Shanghái. El balance está empatado, sí, pero si observa con detalle se ve que el serbio ganó los tres primeros duelos, mientras que el italiano se ha anotado los tres últimos. Eso significa algo. Con nitidez. Una evolución de Sinner, de 23 años, actual número uno del tenis, y una involución de Djokovic, de 37, el número uno de la historia. Es una progresión normal, que hay que aceptar con la naturalidad que impone el deporte profesional. Los deportistas son como las velas, que un día dejan de iluminar porque se han consumido. Nole está en ese proceso. Seguramente no se haya apagado todavía del todo. Resulta difícil imaginarlo cuando el curso pasado fue capaz de conquistar tres títulos de Grand Slam. Pero la cera tampoco avisa de su final. Deja de arder y ya está.
El único destello de Djokovic durante la temporada ha sido el oro olímpico en París, que pone la guinda a su imponente palmarés, eso es verdad, pero medido con frialdad es un solitario título para un insaciable campeón que siempre los había sumado como mínimo a pares, y que en dos campañas, 2015 y 2011, los contabilizó en la decena. Aún faltan dos relevantes escenarios, el Masters 1000 de París-Bercy y las ATP Finals, donde podría resarcirse, pero lo que ya no va a poder evitar en 2024 es la confirmación del sorpasso por parte de Carlos Alcaraz y del propio Sinner, que se han repartido los cuatro Grand Slams, dos para cada uno, además de cuatro Masters, tres para el italiano y uno para el español. A Carlitos le batió en los Juegos, pero volvió a perder ante él la final de Wimbledon por segundo año consecutivo. Con Sinner ha jugado dos veces este año, en las semifinales de Australia y en Shanghái, y ha sucumbido en ambas. Ya hay dos velas que iluminan más.