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Por increíble que parezca, la Selección masculina de waterpolo no había ganado nunca el oro en un Europeo. Hasta que solventó esa deuda esta semana en Zagreb. Existía la percepción de que sí, porque este equipo ya había dado mucha gloria al deporte español desde hace más de cuatro décadas, un total de 19 medallas. En especial por el recuerdo del oro olímpico en Atlanta 1996, el desquite de aquella dolorosa plata de Barcelona 1992, que también es la última corona española por equipos en unos Juegos. Y por sus tres títulos en Mundiales: en Perth 1998, en Fukuoka 2001 y, más recientemente, en Budapest 2022, ya con David Martín en el banquillo. Por eso resultaba extraño que en este lustroso palmarés no brillara ninguna corona continental. La suerte había sido revoltosa en Europa, con tres finales perdidas y otros tantos bronces. Es la misma suerte que el martes volteó Álvaro Granados con su revés, un golazo a falta de 48 segundos que otorgó la victoria sobre Croacia (11-10) y corrigió esa anomalía histórica.

España ya tiene la Triple Corona en waterpolo, una gesta de la que sólo puede presumir otro equipo nacional: la Selección masculina de fútbol. Es un logro que sitúa a este deporte en su verdadera dimensión, pero que ni Martín ni los jugadores quieren ver como una meta en sí, sino como un ladrillo más en una construcción de leyenda. Los campeones europeos no han terminado de paladear este oro cuando ya piensan en una hazaña mayor: esa Triple Corona en un mismo año. Por caprichos del calendario, 2024 también alberga Mundial y Juegos Olímpicos, el primero de ellos en apenas dos semanas. Y como ya dijo el seleccionador hace unos días: “Nosotros entrenamos para ganarlo todo, para hacer historia”. Próxima estación: Doha. Con París en el horizonte. Que no decaiga la fiesta.

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