La sincro vuelve a ser de oro
La ausencia de Rusia, el relevo generacional en otros países y el cambio de reglamento en la puntuación, menos subjetivo, han reventado las jerarquías en la natación artística a un año de los Juegos. Nada tiene la apariencia de hace doce meses. Y en este nuevo orden mundial, España ha resurgido de sus ilustres cenizas para alzarse campeona. Es la quinta medalla en los Mundiales de Fukuoka, y no será la última, pero este logro concreto toma un valor especial porque es de oro y porque estará en París 2024. Nunca antes se había logrado el título en una disciplina olímpica, ni siquiera en el periodo glorioso de 2003 a 2013, con Anna Tarrés o sin ella. El equipo español escuchó este martes el Himno en rutina técnica, aunque llegados a este punto hay que aclarar que en París no otorga medalla directa, sino que supone la mitad de la clasificación, porque la otra mitad es la suma de la rutina libre.
El oro, en todo caso, es una gran noticia para el deporte español, que durante años contó los podios de la sincro como fijos en su medallero, con nombres icónicos como Gemma Mengual, Andrea Fuentes y Ona Carbonell. Eso se perdió. Y ha vuelto. Con las tres ya retiradas, Iris Tió emerge ahora, a sus 20 años, como la sucesora natural, como una lideresa que afronta en Japón un calendario de seis pruebas. ¿Les suena? Tió subió también el domingo al podio en otra prueba olímpica, el dúo en rutina técnica, para conquistar el bronce con Alissa Ozhogina. De repente, España se topa con dos bazas inesperadas para los Juegos, que entroncan con su tradición, gracias al trabajo interno en la Federación Española de Ana Montero, que ha participado activamente en la Internacional en la redacción del reglamento, y de Mayuku Fujiki, la seleccionadora, que ha sabido interpretarlo, sin necesidad del látigo de antaño. Una labor rematada, por supuesto, por un equipo ganador. Otro.