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La sentencia de Competición potencia otros odios

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La lucha contra el racismo no admite debates ni camisetas de fútbol: o estás a un lado o estás al otro. El problema es cuando conviertes la búsqueda de soluciones en una persecución sin miramientos y se confunde desde el poder a gente de un bando con el del otro. La inmensa mayoría en Valencia nos sentimos insultados por lo que se le dijo a Vinicíus en Mestalla, porque estamos en su mismo bando en la lucha contra el racismo, empezando por el Club, que ha actuado con firmeza, contundencia y rápidez -esa que el Real Madrid no tuvo hace dos semanas para repudiar los cánticos homófobos que se escucharon dentro del Santiago Bernabéu al entrenador Pep Guardiola ni en otros estadios para identificar a los energúmenos que han insultado a jugadores de raza negra -. Y en Valencia se esperan más detenciones, porque sabemos que no fue solo cosa de tres. Inclusive en tiempo y forma se aceptaría el cierre parcial de Mestalla. Pero lo que en las últimas 72 horas está pasando en España a raíz del caso Vinícius es un mal nocivo que, como el racismo, también hay que erradicar.

En Valencia, a la vez que sentimos bochorno, rechazo, vergüenza, dolor por lo que se le dijo a Vinicíus, también nos sentimos insultados por lo que se ha dicho e insinuado de nosotros como sociedad en los últimos días, empezando por las palabras de Carlo Ancelotti en rueda de prensa (“Un estadio entero se volvió loco y todos gritaron mono”, una acusación de tal calado que merecía rectificación esa misma noche y no 48 horas después, cuando su mensaje había llegado desde Japón a Brasil), continuando por el vídeo que difundió la agencia de representación del brasileño (con una imagen de la Grada de la Mar de Mestalla gritando “tonto, tonto”, pero subtitulado en inglés como “monkey, monkey” que sigue circulando por redes) y rematando la faena del señalamiento la resolución del Comité de Competición (que habla de “cántico generalizado por toda la grada de “Mono, mono” que transiciona a “Tonto, tonto”, contradiciendo a los informes de la Policía Nacional, LaLiga y lo que escuchamos todos los allí presentes). Mestalla, Valencia, no es racista, que es lo que quisieran los que sí lo son, porque así serían más y por suerte son menos. Sin embargo, se le ha tratado y también juzgado como tal. Y así se está generando rechazo al sistema y potenciando otros odios, porque la justicia debería ser igual para todos y no lo está siendo.