La resaca pos-Messi va a ser muy larga
El multipremiado Leo Messi proporcionó años muy felices al FC Barcelona, los más gloriosos de la historia del club, aunque ahora se vean empañados por la ominosa sombra de Enríquez Negreira. Pero tan felices en todo caso que ningún culé se resigna a dar por cierta la mano negra del sobornado e idea todo tipo de explicaciones imaginativas al caso. Ahora lo que toca es gestionar la resaca de aquel tiempo prodigioso, del que se derivan dos malas consecuencias: una ruina económica como nunca vivió el club y lo que Santiago Giménez llamó ayer ‘el pensamiento mágico’, que confunde a Laporta y Xavi.
Está tan reciente aquello que el barcelonismo lo siente aún vivo, y presidente y entrenador son presa del equívoco. Xavi llegó anunciando que no bastaba con ganar, que importaba el estilo, que esto es el Barça y perder traerá consecuencias. Y sí, esto es el Barça, sí, pero otro Barça. Para empezar, no está Messi. Para seguir, no están tampoco ni el propio Xavi en el medio campo ni Iniesta a su costado. Para seguir siguiendo, tampoco están todos los demás, entre los que el último en marcharse ha sido Busquets, cuya importancia en esa función que los italianos llaman ‘metrónomo’ queda clara ante el desbarajuste del equipo de un año para otro.
Y luego está la ruina económica. Bartomeu vivió paralizado por el temor a ser el presidente bajo cuyo mandato se marchara Messi del club, y para evitarlo le dio cuanto pedía. Y también a su peña. El agujero ha sido enorme. Laporta ha tenido el mérito de construir una plantilla potable a base de optimismo, palancas y cantera, pero ya no podrá ir más allá. El efecto Xavi fue un revulsivo que en la 22-23 dio para la Supercopa y la Liga, que no es poco, pero aquel primer impacto parece sufrir cierto desgaste, acelerado por los manejos de Deco y Laporta y aquella lista de quita y pon. El Barça de Riad fue lo más alejado a cualquier pensamiento mágico.
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