La realidad que se veía venir
No por esperado está siendo menos doloroso. Tras la primera victoria en la jornada inaugural frente al Espanyol, el Real Valladolid ha sumado dos puntos de 21 posibles. Ha perdido todos los partidos de fuera de casa y ha anotado dos goles. Se han lesionado Javi Sánchez, Cenk y Luis Pérez. Kenedy y Marcos André siguen en línea del año pasado, costando mucho y rindiendo poco o nada. Meseguer, Sylla o Amath, parecen empeñados en dar la razón a los que piensan que valen para Segunda y que no valen para Primera. Y Chuki, Chasco y Maroto han debutado demostrando que entre la Segunda REFF y la Primera hay un escalón muy difícil de superar. Solo Hein, a veces, Juma y Moro han aportado cosas con las que poder ilusionarse. El resto, decepcionante, muy decepcionante.
Y ya ni el discurso de Pezzolano sirve para que la tropa suba la moral. El entrenador es el primero que sabe con la plantilla que cuenta y lo que puede dar. Lo del viernes, alineando en la segunda parte a canteranos antes que a profesionales bien pagados, lo dice todo. El nivel de la plantilla es muy bajo y la cantera no va a ser la solución. Mal asunto pues. Lo del sufrir juntos y saber que va a ser muy duro son los avisos del uruguayo ante lo que se nos viene encima. Es verdad que van ocho partidos y que las distancias son muy escasas con varios equipos que van por delante, pero para salir de abajo hay que empezar a ganar ya. Y pensar que el Valladolid pueda ganar ahora partidos es un acto de fe. Los hechos no animan a pensar algo diferente. La afición se está empezando a enfadar de verdad y con toda la razón y el ambiente de Zorrilla vuelve a ser, otra vez, como lo del año pasado. La diferencia es que ahora sí está totalmente justificado decirle a la propiedad que no se pueden hacer peor las cosas. De poco le sirve al club retocar el exterior del Estadio, devolver el escudo o realizar mil acciones interesantes que mejoren la imagen del Real Valladolid. Si el balón no entra no hay nada que hacer. Y para que el balón entre hay que hacer mejor las cosas.
Dos descensos seguidos en los dos últimos años de Primera y ahora esto. La paciencia tiene un límite y la gente en Valladolid ya se ha cansado de ver lo mal que se gestiona deportivamente el club. Ronaldo ha perdido este año la gran oportunidad de resetear todo y, por fin, estabilizar en Primera al club. No ha sabido. Ha delegado en profesionales que han fallado reiteradamente. Su confianza ciega en Paulo André es incomprensible. Como el fichaje de Catoira tras descender con el Espanyol. Lo realizado en el mercado de invierno ha hipotecado al club en el mercado de verano estando obligado a comprar caro a jugadores que valían en Segunda pero dudosamente en Primera. Y es que la gestión del Real Valladolid se resume con tres nombres, Kenedy, Marcos André y Biuk. Ya solo falta repescar a Weissman y tendríamos el completo.
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