La reacción llegó tarde
La reacción del Zaragoza llegó tarde en Ipurúa y se esfumó una primera posibilidad de engancharse de verdad a la pelea por el playoff. Después de una primera media hora en manos del Éibar y superado en todos los órdenes, el equipo aragonés dio la cara tras el descanso y demostró que tiene argumentos para elevar su propuesta futbolística y ser más valiente y más protagonista.
A Velázquez se le vino abajo muy pronto el plan de partido, ese de no arriesgar y esperar a un error del contrario. A los siete minutos, en el primer ataque del Éibar, Bautista se anticipó a Mouriño y cabeceó a la red en el primer palo un gran centro de Tejero. Édgar Badía, tantas veces salvador en las últimas cuatro jornadas, no pudo hacer nada. Azón respondió de inmediato con un taconazo que salió rozando el poste, pero fue sólo un fogonazo, porque el Zaragoza ya fue a remolque, metido casi siempre en su campo por el fútbol veloz y de triangulación del rival, desbordado una y otra vez por el lateral de Fran Gámez y con serios problemas para cruzar la divisoria con alguna intención. El Éibar desarmó por completo a la defensa del equipo aragonés y sólo una intervención marca de la casa de Édgar Badía ante Bautista evitó que el partido quedara sentenciado antes de la media hora. Pero el balón parado siempre iguala las cosas en esta categoría y el Zaragoza, que despertó algo en el tramo final de la primera parte, tuvo su mejor ocasión en un saque de banda que peinó Azón y remató alto en escorzo Mollejo.
Velázquez lo cambió todo en el descanso. Reemplazó a Fran Gámez, en tarde de ausencia, y a Toni Moya por Zedadka y Valera, aparcó su habitual 5-3-2 y ordenó a su equipo en 4-3-3 en la fase de ataque. El Zaragoza dio un paso adelante con su nuevo dibujo, creció con la pelota y puso en peligro la victoria del Éibar. No tuvo grandes ocasiones, pero dejó de ser ese equipo menor que juega siempre en función del rival.