La oportunidad de una España inestable
Los ciclos de las selecciones van y vienen, y en ocasiones parece que nunca vuelven. Países como Hungría fueron referencia indiscutible durante dos o tres décadas, plazo de tiempo que señala lo arraigado que está el fútbol en ciertas latitudes. Sin embargo, Hungría, o Polonia en las tres últimas décadas, han desaparecido del mapa de primeras, segunda y hasta terceras potencias mundiales. A diferencia de estos dos países, Italia y España cuentan con dos de las ligas más potentes del mundo y han ganado el Mundial en este siglo, los italianos en 2006, los españoles en 2010, pero el declive de sus selecciones es pronunciado. Son dos equipos en busca del prestigio y, sobre todo, de la identidad perdida. Lo confirmaron en las semifinales de la Liga de las Naciones, torneo menor, mal situado esta temporada en el extenuante calendario y poco propicio a alimentar entusiasmos.
Venció España y no es noticia. Hace tiempo que se evita los viejos complejos que sufría frente a Italia, desaparecidos en 2008 con la victoria en los cuartos de final de la Eurocopa. La Selección se impuso en la rueda de penaltis y se liberó de un agobiante peso. Desde entonces, España ha visto toda clase de resultados contra el rival que solía impedirle progresar en la escala internacional del fútbol. Victoria en la final de la Eurocopa 2012, derrota en la siguiente edición y en la que se disputó en 2021 por el impacto del COVID 19, victoria española ese mismo año en las semifinales de la Liga de las Naciones, pero con una salvedad en los últimos 10 años: las dos selecciones atravesando ciclos de depresión.
El enfrentamiento en Twente no cambia esta percepción. Italia, que no ha participado en los últimos dos Mundiales y se estrelló en 2010 y 2014, busca y no encuentra una generación que levante el ánimo. Frente a España, abundaron nombres conocidos de jugadores que no convencen, unos porque ofrecen todos los síntomas de decaimiento –Bonucci, por ejemplo– y los más jóvenes porque no estampan la autoridad necesaria. Los Zaniolo y compañía empiezan a cumplir años sin que consigan situarse a la altura de las expectativas que despertaban en las categorías juveniles, en algunos casos, como en el del propio Zaniolo o Chiesa, víctimas de lesiones muy graves.
Con España ocurre algo parecido. Se cerró hace tiempo un ciclo excepcional y desde entonces no se produce un relevo natural. Varios de los internacionales que jugaron el jueves contra Italia han sido campeones de Europa en las categorías Sub-21 y Sub-19, en periodos de esplendor de la cantera española. Morata, Rodrigo, Rodri, Merino y Unai Simón pertenecen a distintas y espléndidas generaciones destinadas a garantizar el adecuado traspaso de poderes. No ha sido así, con un problema se ha perdido confianza, la necesaria autoestima para medirse con los mejores del mundo.
Frente a Italia, Luis de la Fuente utilizó a dos laterales –Navas y Jordi Alba– que llevan dos décadas en Primera División y dos centrales nacidos en Francia, pero criados en el fútbol español. Esperaron la llamada de la selección francesa, no se produjo y ahora defienden el pabellón de España. Del medio hacia adelante, el seleccionador reunió a tres parejas generacionales: Rodrigo y Morata, Rodri y Merino, Gavi y Yeremy Pino.
En general, las mezclas no funcionaron en el primer tiempo, en algún caso por causas naturales. Rodri, el mejor jugador español de la temporada, llegaba de un trote bestial de partidos con el Manchester City, además de los festejos que no terminaron hasta el lunes. Su caso dice mucho de la inoportunidad de las fechas de la Liga de las Naciones. La Selección prosperó en el segundo tiempo, Unai Simón se portó de maravilla en un remate que sonaba a gol por todas partes y Joselu aprovechó los rebotes para marcar el gol de la victoria.
España se medirá en la final con Croacia, que disfruta de un periodo sensacional. A su fútbol le tocará decaer cuando Modric diga basta, pero nada indica que eso vaya a ocurrir. Su partidazo frente a Holanda recordó urbi et orbi que su magisterio está vigente y que el equipo croata lo aprovecha hasta la última gota.