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La noche más negra de Mbappé

La afición madridista, exigente y acostumbrada al triunfo y al éxito, esperó pacientemente la llegada del delantero francés para mejorar una plantilla que ha levantado todos los trofeos posibles y, de momento, el tiro está saliendo por la culata. Un crack de su talla y de su precio no puede fallar lo que falló y no puede caer reiteradamente en fuera de juego por muy trabajado que esté -que lo está- el equipo de Flick.

El Madrid se ha gastado una pasta, ha modificado su manera de jugar y está sacrificando el talento ofensivo de Bellingham para que Mbappé marque las diferencias y de momento la cosa no está saliendo. Liberado de obligaciones defensivas, titular indiscutible desde el primer día y jugando por decreto los 90 minutos de cada partido, el internacional galo no termina de encontrar su sitio en el terreno de juego. Por momentos se le vio impotente ante la destreza defensiva del Barca y su lenguaje corporal mostraba nerviosismo y poca confianza en poder revertir la situación. El público incluso le castigó con algunos silbidos como primer aviso de que esto no es la liga francesa ni el PSG.

Aquí no basta con ser muy bueno y tener una calidad muy por encima de la media; aquí se trata de dar el callo en todos los partidos, ante cualquier rival y justificar el precio de tu fichaje en cada minuto de cada entrenamiento. Ahora le toca levantar cabeza, mejorar físicamente y demostrarle a los que empiezan a dudar de la necesidad de su fichaje de que esta mala noche quedará en el recuerdo cuando lleguen los momentos de la temporada en los que los títulos estén realmente en juego. El Madrid no espera a nadie, tampoco va a esperar a Mbappé.

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