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La noche de Bale, Rashford e Infantino

Bale dijo la víspera que el partido no le motivaba y se notó. En el descanso fue sustituido habiendo hecho exactamente nada. He aquí un marciano del fútbol, un jugador de portentosas condiciones que podría haber hecho cualquier cosa. Desde la primera vez que le vi en el Bernabéu con el Tottenham lanzar un saque de banda que cruzó el área del Madrid con la velocidad del rayo hasta su actitud abstencionista en el partido de ayer hay una larga trayectoria que ofrece cumbres deslumbrantes (el gol de Kiev es inolvidable) y mucho valle profundo y sombrío. Quizá ayer haya jugado por última vez, no lo sabemos. Se le recordará.

A quien sí motivaba el partido y se notó fue a Rashford, que venía siendo poco utilizado por Southgate, lo mismo que Foden, al que se reclamaba más. Ayer salieron los dos y el que brilló fue Rashford, jugador cuyo sensacional arranque cuando apenas dejaba de ser un adolescente se ralentizó después. Es futbolista de condiciones extraordinarias y además ciudadano ejemplar, impulsor de iniciativas útiles contra el hambre de la infancia. Alegra verle así, protagonista de un partido estrella en el Mundial, bien resuelto por los suyos entre otras cosas gracias a sus dos goles. Inglaterra sigue, pues. Buena cosa, pues aún es una gran marca en el fútbol.

También fue buena cosa comprobar cómo ingleses y galeses cooperaron en la sonora pita a Infantino cuando apareció en el palco. Este Mundial no le está coronando de laureles. Ayer mismo comprobamos cómo la FIFA no tomaba la precaución esencial de sincronizar el arranque de los segundos tiempos en esos partidos de resultados con influencia mutua, como se hace aquí y en toda tierra de garbanzos. Hay signos de descuido de la FIFA con Infantino definitivamente embarcado en un viaje exótico buscando votos y alianzas para consolidarse. Aunque al menos ya le han dado un partido a una de las árbitras convocadas. Tarde, pero algo es algo.