La natación necesita un rescate
La eliminación del relevo 4x100 estilos masculino en las series matinales consumó ayer el desastre de la natación española en los Mundiales de Budapest, los más pobres en resultados en su historia reciente. Ninguno de los ocho nadadores ha conseguido entrar en una final y sólo Hugo González, el faro de esta Selección, ha comparecido en tres semifinales, pero ni él ni sus compañeros han logrado estar en sus marcas. Con Mireia Belmonte en un limbo competitivo, y con la renuncia por motivos académicos de Joan Lluís Pons, otro de los que suele responder en el alto nivel, el equipo ya flojeó desde el inicio. Total, que España regresa con una actuación desesperanzadora y con mucho trabajo que hacer con su nuevo director técnico, Sean Kelly, ante los Juegos Olímpicos de París 2024. La próxima parada será este mismo agosto, en los Europeos de Roma. Y ya han surgido algunas voces críticas con la Federación, como la de Jessica Vall, una veterana que siempre ha tirado del carro, pero que esta vez no ha logrado acceder a semifinales en ninguna de sus tres pruebas.
Tampoco ha ayudado, ni al equipo español, ni a la proyección internacional, que estos Mundiales fueron metidos con calzador por la FINA en las presentes fechas tras la renuncia de Fukuoka. Aunque tampoco puede servir de única excusa. Los Campeonatos, en general, están siendo bastante tristes, pese a la alegría que aportan los 19 oros de Katie Ledecky o el ídolo local Kristof Milak. Y ni siquiera se ven en televisión. Con la sincro aún en el camino de regreso, y con el waterpolo complicado en los cruces, la cosa puede ir incluso a peor. Lo más destacado de España ha sido la intervención de Andrea Fuentes, hoy seleccionadora de EE UU, salvando a Anita Álvarez. Una imagen que ha dado la vuelta al mundo. La natación española también necesita un rescate así para no terminar de ahogarse.