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La mitad de Marc Márquez

El Mundial de motociclismo ha desembarcado esta semana en Austin, un territorio de caza de Marc Márquez, pero sin la presencia del cazador. Marc ha ganado históricamente siete de las nueve carreras celebradas en este circuito, seis de ellas de manera consecutiva desde 2013 a 2018, pero en esta ocasión no podrá ni siquiera tomar la salida. Márquez encadena su segunda baja consecutiva, Argentina y Estados Unidos, después de su calamitoso debut en Portugal, donde provocó un accidente que, a la postre, le ha perjudicado a él más que a nadie. No sólo por su sanción, ahora suspendida cautelarmente, sino porque su fractura del primer metacarpiano de la mano derecha le ha hecho perderse ya otras dos citas mundialistas. Una situación a la que, para su desgracia, ya está tristemente acostumbrado desde que entró en barrena en el año de la pandemia. La caída sufrida en aquel fatídico 19 de julio de 2020 que abría el Campeonato en Jerez ha marcado la peor crisis de la trayectoria del campeón. Desde entonces, el ocho veces campeón mundial lleva 29 carreras perdidas sobre 58 posibles, exactamente el 50 por ciento. Una barbaridad. Primero fue la fractura de húmero que le llevó cuatro veces al quirófano, después su problema de visión doble que se le reprodujo en dos ocasiones, y ahora esta última lesión en la mano.

En estos intervalos de idas y venidas, Márquez ha logrado tres victorias, todas en 2021, pero desde octubre de ese año, en Misano, no ha subido a lo más alto. Su último podio en carrera larga fue un segundo puesto, un año después, en Australia. El problema es que Marc ha sumado, a sus achaques físicos, la bajada de rendimiento de la Honda, que intenta suplir con su inmensa clase y con una valentía que también le conduce a errores. La pole de Portimao, donde además fue tercero en la Sprint, abrió una ventana de esperanza que se ha vuelto a cerrar de golpe. Y ya son demasiadas veces.