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La mecha arcoíris

El ciclismo conoció este domingo la triste noticia del fallecimiento de José Grande a los 79 años. El 4 de octubre hubiera cumplido 80. Pepe Grande, que era como realmente se le conocía, fue ciclista en los 70. Un tiempo en el que solía viajar a las concentraciones con su guitarra para amenizar a los compañeros en los ratos libres. También ejerció, efímeramente, como presidente de la Federación en 1997. Pero el puesto donde brilló realmente fue como seleccionador nacional de ruta, que ocupó en dos fases. Pepe no solo fue grande de apellido. En la primera ganó dos bronces con Juan Fernández en los 80. Y en la segunda, ya en los 90, vivió una etapa de esplendor en la que llegó el primer arcoíris de la historia en la prueba de fondo: el oro de Abraham Olano en Colombia en 1995 secundado por Miguel Indurain, un doblete que días antes había acontecido al revés en la contrarreloj, lo mismo que, por cierto, ocurrió en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Fue una etapa gloriosa, solo superada unos años después por la edad de oro que lideraron Paco Antequera, como seleccionador, y Óscar Freire, como tricampeón, a la que también se sumó Igor Astarloa con otro arcoíris. Cuatro títulos de tacada. El sexto oro lo dirigió Javier Mínguez, con Alejandro Valverde.

Es una bella coincidencia que Grande se haya ido en semana mundialista. Aunque, lamentablemente, su semilla y la de sus sucesores no han dado frutos en el actual técnico, Pascual Momparler. Un reciente informe de Ciclo21 revelaba que Momparler sólo ha logrado un bronce en sus 26 campeonatos en diferentes categorías. En profesionales, la joya de la corona, no ha pasado de la octava plaza. Un balance paupérrimo. El domingo, en Zúrich, competirá por fin con un equipazo. Sin excusas. Una medalla no sólo rompería su triste sequía, sino que brindaría un bonito homenaje a Pepe Grande. El hombre que encendió una mecha ahora apagada.

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