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“En mis tiempos marcabas un penalti y le pedías perdón al portero: ‘Es mi obligación”. Palabra de la Saeta Rubia. Yo se lo vi hacer también a Eusébio, la pantera negra mozambiqueña de Benfica, en aquellas viejas películas de los Mundiales con Portugal en el 66. Metía el penal y se acercaba a dar la mano al guardameta en gesto sincero. Pero la pena máxima es territorio Di Stéfano. A Don Alfredo le molestaba mucho que los goleadores de penalti lo celebrasen efusivamente. No era un gol como los demás: “El penalti es una ventaja muy grande. No lo celebrabas como un gol de verdad”.

Nada es igual en 2025. Tandas de desempate al margen (con grandes guarismos merengues: por cierto, Di Stéfano nunca disputó ninguna), los penaltis nunca pueden ser un problema para el equipo que los lanza, pero el Real Madrid los ha convertido en un síntoma.

La ley del penalti señala a dos tipos de lanzadores. Los penaltis son, por este orden, para especialistas o para goleadores, conceptos que a veces confluyen en la misma persona, verbigracia, Ferenc Puskas. El especialista lo es porque, por alguna razón (buen golpeo de balón como Hierro, picardía como Dani Ruiz Bazán, personalidad y liderazgo como Ramos) los mete más y mejor que sus compañeros. El goleador no puede negarse: el penalti es una oportunidad más de marcar, oxígeno para seguir en el candelero. Si no tienes especialista, el penalti tiene que ser para el goleador del equipo.

Igual que sigo sin entender que el Madrid tenga tres delanteros diestros que no quieren jugar por la derecha, tampoco comprendo que Vinicius lance los penaltis. Es cierto que cualquier jugador profesional es un lanzador en potencia. También que no todos tienen las mismas virtudes. Vini, regateador excelso, pasador genial, no tiene un golpeo seguro para los penales, sus registros no son óptimos. No es un especialista. Tampoco es un goleador nato. Mbappé también falla, no está hoy con la confianza del especialista (pese a marcar tres penaltis, dos más otro en la tanda, en la final de un Mundial), pero es un goleador. El goleador. Entre todas las decisiones pendientes este año en el equipo de Ancelotti, está también quién es el jugador alfa del equipo. La alegría máxima: señalar a Mbappé como lanzador único de penaltis debería ser el primer paso.

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