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Más allá de la chilena ante Eslovaquia, el torneo de Bellingham ha sido más bien discreto. No se ha visto ni de lejos ese jugador hábil y potente que deslumbró en la primera parte de la temporada con el Madrid. Aquella destreza y elegancia, que sorprendía en un futbolista de su envergadura, se ha tornado impericia y lentitud en la mayoría de los partidos de la Eurocopa. La razón no puede ser otra que el mal estado físico del inglés, agotado tras una temporada extenuante y lastrado, además, por una lesión de hombro de la que no está completamente recuperado.

Jude es un pura sangre y en cualquier momento por mal que esté puede dejar un relámpago de fútbol o una jugada decisiva, pero para ser ese jugador que apabulla a los rivales necesita estar a tope físicamente. Sus veloces arrancadas con la pelota en los pies, sus cambios de dirección en carrera o su llegada a la zona de remate adelantándose a la defensa requieren una energía que ahora no tiene. Más allá de saber si su actuación en la final le puede acercar al Balón de Oro, lo cual parece difícil, hay que ver cómo se recupera de cara a la próxima temporada. El Madrid quiere que esté a tope para la Supercopa de Europa del 14 de agosto ante el Atalanta, pero habrá que ver si en un mes ha recuperado toda la energía y, sobre todo, si el esfuerzo realizado con el hombro tocado no le pasa factura. Mucho cuidado con Bellingham, primero tras la final y luego en la pretemporada.

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