La emoción (innecesaria) de Sadiq
Está bien, ¿eh? Eso de dar emoción al asunto digo. Porque supongo que eso es lo que pretendía Umar Sadiq, ¿no? Vamos, digo yo. ¿Para qué trasladar la eliminatoria a favor y encarrilada al Reale Arena pudiendo llevarla abierta y con toda la emoción para el disfrute de los aficiones? ¿No les parece? No, verdad. ¡Claro que no! Si puedes, hay que machacar al rival, hay que noquearlo y que no se levante de la lona. Porque si no lo puedes pagar caro y corres el riesgo de arrepentirte en el intento.
Evidentemente, soy consciente de que Sadiq no quería eso. Por supuesto que no. Él ansiaba meter las tres ocasiones claras. Por supuesto que sí. Pero es que la emoción que le ha dado a la semifinal de cara al partido de vuelta en el Reale Arena no era necesaria. Preferíamos ir por delante en la eliminatoria. Si no se ha conseguido es porque ‘el látigo de Kaduna’ se dejó la fusta en el vestuario. Pero no solo por él. También porque en la primera parte la Real fue menos Real por el trabajo de desactivación del Mallorca. Y porque la reacción llegó quizá un poco tarde tras el descanso. Aunque mereció marcar, por juego y por ocasiones.
Sea como fuere, la emoción está ahí. Porque Sadiq no acertó con la portería del Mallorca y porque la Real le dejó vivo en la segunda mitad. Y eso fue lo que decidió el combate nulo de Son Moix. Todas las espadas quedan en lo alto para Donostia. Y puede que con favoritismo para los txuri-urdin, pero que nadie se confíe, porque habrá que sudar tinta para volver a viajar a La Cartuja. Habrá que mentalizarse. Y a Umar Sadiq habrá que decirle que tranquilo, que lo que no metió en Mallorca, le entrará en el Reale Arena. Y nos llevará a la final. Confiemos todos. Aunque la emoción se la podía haber guardado para otros días.