La devoción
Maradona no solo dejó un recuerdo imborrable, también dejó una fuente de ingresos inagotable.

Eso es lo que se respira en Nápoles por Diego Armando Maradona, el único, el irrepetible, el añorado Pelusa: devoción absoluta. Estoy pasando unos días en esta ciudad italiana, y ya me siento totalmente atrapado en su locura. Tengo la suerte de viajar mucho, muchísimo, y voy por la vida coleccionando lugares hermosos, ciudades soñadas. Nápoles es la última que he añadido a mi vasta colección. Anteayer mismo paseaba por los santos lugares maradonianos, el famoso mural del futbolista argentino, el bar que se ha convertido al mismo tiempo en museo y lugar de devoción, las calles repletas de vendedores de recuerdos, y todo en la ciudad es azul, o por el color de la camiseta del Nápoles, o albiceleste por los colores de la camiseta de la selección argentina.
Realmente, Diego Maradona no solo dejó un recuerdo imborrable allá por donde pasaba, también dejó una fuente de ingresos inagotable. Vas caminando por esas calles estrechas y pasas junto a corrillos de gente hablando de Diego, voces con acento italiano o argentino principalmente, pero ahí se juntan todos los idiomas y el amor está en el aíre. Es increíble. Yo mismo he caído en la tentación de comprar otra (¡sí, otra!) camiseta del súper astro, a pesar de tener varias en casa del Nápoles, de la albiceleste, y de Boca, dedicadas a Diego y serigrafiadas con su nombre. Y alguna dedicada y firmada por él, que guardo como auténticos tesoros. En algún lugar he enseñado mis fotos con Maradona y hay gente que me mira como si les estuviera engañando. Debe ser IA, pensarán. El caso es que tuve la suerte de conocerle, de compartir con él algunos ratos inolvidables, como cuando le invitó Joaquín Sabina a cantar alguna canción con él en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, y, ante la inseguridad (por no decir pánico) reflejada en la cara de Diego antes del concierto, me metí en un camerino con él un rato y estuvimos ensayando juntos “Y nos dieron las 10”. Tengo alguna foto de ese momento.
Noticias relacionadas
En fin, enternece la devoción de la ciudad por Diego Maradona. A mí, por lo menos, me ha removido algo por dentro.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí







Rellene su nombre y apellidos para comentar