La ciencia de Luis Enrique
Había algo más que diez minutos malos contra Japón. El doloroso adiós de España del Mundial revela que no estaba para lo que se pensaba que podía estar. Fue un ejercicio de pura impotencia finiquitado con una tanda de penaltis paupérrima que cuestiona también si era un buen plan el de Luis Enrique de quitar toda la presión a los jugadores. Marruecos se encastilló y la Selección se mostró incapaz de encontrar la fórmula de descifrar, al menos parcialmente, el enredo que le proponía. Nada fluyó porque no se tocaron las teclas oportunas, más allá de las entradas de Nico y Morata. Si este Mundial se va a ganar por las bandas, según los expertos, prescindir de tu extremo más puro y de tu delantero no parece la mejor idea en ningún caso. Pero hubo más símbolos del declive futbolístico. El cambio inexplicable de Gavi, el único jugador cuya actividad en la presión y en las rupturas hacia la línea de fondo ofrecía algo distinto, o la posición lateralizada de un Pedri cegado condensan lo que fue el partido. Pedri estuvo irreconocible, pero perderlo entre líneas por no saber dar con Busquets o pecar de falta de profundidad de los hombres de banda no hay por donde cogerlo.
De esta manera, el crédito de España se desvaneció desde el principio ante el 1-4-1-4-1 apretado de Marruecos donde Amrabat equilibró todo. España no metió balones entre líneas, apenas atacó la espalda de Aguerd, Saïss o El Yamiq después y tardó en darse cuenta de que el agujero estaba en Mazraoui. Ahí Regragui también exhibió más reflejos al ver que Nico Williams podía desnivelar la contienda. No se puede sostener que Luis Enrique no lo intentara, incluso apostando a la carta del talento singular de Ansu, pero nada se correspondió con lo que él buscaba. Ni los lanzamientos de penaltis, que el seleccionador categoriza como ciencia, sirvieron a España para redimirse. Todo lo contrario en una clara confirmación de que hay cosas que no se pueden entrenar y que no cambian. España retrocedió cuatro años atrás para despedirse igual que en Rusia y desandar todo el camino que había hecho ilusionar durante un tiempo.
Casi una anécdota
Esta jugada fue de las pocas en las que España entendió lo que tocaba. Pedri se ofrece entre líneas y Asensio opta por la ruptura para recibir el pase en largo de Jordi Alba. Marruecos se vence al tener que atender a movimientos distintos y complementarios.