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Kipchoge y el límite humano

Si miramos al calendario por el retrovisor, si nos situamos en el nacimiento de este septiembre ya expirado, difícilmente podríamos imaginar que iban a acontecer tantos momentos para la historia del deporte. El mes arrancó con Serena Williams y Roger Federer en activo, dos de los más grandes de siempre, y terminó con ambos retirados del tenis, y con lágrimas de Rafa Nadal en honor de su eterno rival. También presenciamos la confirmación de dos deportistas de presente y futuro, de dos perlas que empiezan a marcar territorio histórico: Remco Evenepoel, de 22 años, se consagró en La Vuelta y en el Mundial, mientras que Carlitos Alcaraz, de 19, ganó su primer Grand Slam, el US Open, a la par que se convertía en el número uno del mundo más joven de siempre. Unos van y otros vienen. La épica del deporte es infinita. Fue el mismo mes que dos selecciones españolas masculinas, la de baloncesto y la de waterpolo, se coronaron como reyes de Europa, en el caso del basket cuando las casas de apuestas daban poco chance al equipo. El pedigrí y el corazón también ganan oros.

Entre tantos hitos mágicos, un atleta de leyenda se batió consigo mismo, porque ya no tiene rivales, y volvió a superarse. Eliud Kipchoge rebajó en Berlín su propio récord mundial de maratón en medio minuto para situarlo en 2:01.09. El keniano personifica mejor que nadie su propio lema: “Ningún ser humano tiene límites”. El deporte y sus héroes son la prueba. La nueva gesta de Kipchoge rescata la gran pregunta sobre la maratón: ¿Alguien será capaz de bajar de dos horas? ¿Cuándo lo veremos? El doble campeón olímpico ya lo hizo en un reto extraoficial en Viena, con 1:59:40, pero es una marca no homologada. Kipchoge tiene 37 años, así que le quedan pocas balas para lograrlo, aunque su nueva heroicidad es el ejemplo de su discurso. El hombre no tiene barreras. Ni el deporte tampoco.