Inoperancia que pasa factura
A día de hoy, El Real Valladolid no tiene pinta de ascenso directo y ni siquiera de jugar el playoff.
El Real Valladolid, a día de hoy y después de haber jugado ya un tercio exacto de la competición, es un equipo que no tiene pinta de terminar este año subiendo a Primera. Es más, ni siquiera de ser un candidato a disputar el playoff. El decimotercer mejor equipo como local y el noveno mejor visitante es un equipo del montón que no debe descuidarse para no meterse en problemas. Tan cerca está el ascenso como el descenso. El equipo de Almada está sumido en la inoperancia ofensiva y en la indefinición.
Es un conjunto que presiona bien arriba, que lucha, que responde físicamente, pero que juega como un pollo sin cabeza. Ni aparece la calidad de los futbolistas, si es que la tienen porque la duda es muy razonable al respecto, ni el equipo parece disponer de argumentos grupales para ser más efectivo en las jugadas de ataque. Cuando un conjunto domina al rival pero apenas crea peligro, ese dominio es estéril y no vale para nada. Y ese problema se resuelve con calidad individual y con estrategia previa en los mecanismos ofensivos. De momento, ni lo uno ni lo otro.
Y me parece más alarmante lo primero, la materia prima. Porque de lo segundo carecen muchos equipos y lo compensan con las individualidades. Por lo que estamos viendo en este Valladolid, las individualidades brillan por su ausencia. Cuando los jugadores pisan área se les hace de noche. Tienen muy poco colmillo y talento ofensivo y por eso cuesta tanto hacer gol. De poco vale correr mucho y sacar diez saques de esquina por partido... si el portero rival es un espectador más.
Así que tras la derrota ante Las Palmas, las dudas en torno a todo se han generalizado. La ‘Almadaneta’ no arranca, aparecen los nervios y precisamente porque 14 partidos ya son un baremo muy considerable que delata y deja en evidencia los problemas de este Real Valladolid. Con todos los respetos para la cantera y para los jugadores más jóvenes, pero pensar en remontar un partido con dos juveniles en la punta del ataque es un ejercicio de ilusión que roza la temeridad. Está muy bien que vayan saliendo los jugadores de la cantera poco a poco, pero no nos equivoquemos, los canteranos no son todos válidos para jugar de repente en un primer equipo. Y a las pruebas me remito. La cantera ayuda cuando tiene la calidad necesaria para estar ahí tras haberse ganado una oportunidad. Poner canteranos, simplemente por ponerlos, no sirve para nada, no soluciona ningún problema.
Llevo tiempo, desde que empezó la temporada, diciendo que no veo plantilla para ascender, pero que si la temporada sirve para sentar las bases oportunas para el futuro, podría darse por buena. El plan del ascenso puede ser un plan a dos o tres años, porque subir siempre a la primera no es nada sencillo de lograr. Es maravilloso bajar y subir en un año, pero es algo muy probable tener que emplear más tiempo en un ascenso que solo una campaña.
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Pero que sea difícil subir no significa que no se deba de intentar con todas las fuerzas y, por lo tanto, hay que tratar de enderezar el camino. Hay que llegar bien situados al mercado de invierno y tratar de suplir las carencias evidenciadas. Hacer autocrítica y mejorar la plantilla en todo lo posible y confirmar que Almada es el idóneo para recorrer el camino. El uruguayo es un entrenador de prestigio en su país y en México pero todavía no ha demostrado nada en Valladolid. Lleva poco tiempo y la tarea no es sencilla pero ya va siendo momento de que demuestre que puede hacer mejorar la actual situación. Empezando por ganar en San Sebastián la próxima semana, Lo contrario haría que las voces críticas vayan siendo cada vez más y con toda la razón.
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