Holanda-Argentina; Inglaterra-Francia
Siempre he visto estos campeonatos como algo concebido al modo del teatro. Con tres actos: presentación, nudo y desenlace. La presentación es la fase previa, en la que desfilan todos los personajes, los vas identificando y te enteras de qué van; el nudo son los cuartos de final, en los que se desarrolla la trama con toda su intensidad; el desenlace, claro, son las semifinales y la final, cuando al fin te enteras de la miga de la cuestión. Ahora estamos en el nudo y de momento no podemos quejarnos del interés de la función, porque ya nos ofrece para los cuartos dos platos estupendos, Países Bajos-Argentina, que fue final en el 78, e Inglaterra-Francia.
Centrándonos en lo de ayer, tengo la impresión de que Francia está para aspirar a todo. Falto de Benzema, el equipo goza sin embargo de una armonía en la zona de ataque completa. Todos tienen su sitio y su utilidad. Giroud podría parecer tosco, aun sin serlo, en comparación con el madridista, pero encaja perfectamente entre Dembélé y Mbappé y por delante de Griezmann, que hace el papel de jefe de estado mayor, manejando los planos y dando las órdenes. Como Messi en Argentina, sólo que más activo y con menos gol. Mbappé asusta, tiene el Mundial entre ceja y ceja, como Messi. Y el equipo parece firme atrás. Francia me parece una potencia.
Inglaterra sale adelante a base de goles. Le sobran los delanteros, así que aunque Kane no haya acertado hasta ayer el grupo ha acumulado 12 goles en 4 partidos; ha rentabilizado bien sus 21 tiros a puerta. Ante Senegal encontró problemas cuando se enfrentó a una defensa cerrada, pero en cuanto encontró una mínima holgura resolvió con serenidad de asesino profesional. El segundo gol, por cierto, confirma que el neoarbitraje no se toma en serio ni sus propias ocurrencias sobre la medición del tiempo. Se está manoseando tanto el Reglamento, interpretado y aplicado ya de forma decididamente asamblearia, que cada poco vemos flecos sueltos.